Para CCAE el horizonte creado es de total incertidumbre, ya que la estrategia de muchos países va a desembocar en acuerdos bilaterales con lo cual se dificulta la puesta en marcha de reglas comunes que arbitren el comercio mundial, principal misión de la OMC. El fracaso en las negociaciones afectará a todos, sobre todo a los países en vías de desarrollo, ya que a partir de este momento van a tener que defenderse en una posición de inferioridad para alcanzar acuerdos con los países más avanzados.
Por otra parte, los productores españoles verán que próximamente entrará en vigor una Reforma de la PAC que no les satisface, que pretendió desbloquear y alcanzar un acuerdo en el seno de la OMC, que finalmente no se produjo. Cabe preguntarse ahora si ha merecido la pena. Desde CCAE consideramos en su momento que no era conveniente afrontar una Reforma de la PAC con anterioridad a la Cumbre de Cancún, por ello creemos que la Comisión debería replantear su estrategia respecto a las reformas de los sectores mediterráneos, algodón, aceite y tabaco.
Hay que recordar que el modelo europeo de agricultura juega un papel fundamental en la articulación de la sociedad y en su distribución territorial. En contraposición podemos encontrar países donde la agricultura se concibe como un sector económico más, ante lo cual las grandes explotaciones están localizadas únicamente donde su ubicación se justifica en base a su alta rentabilidad, rentabilidad alcanzada no tanto por la calidad que ofrecen sus productos, sino porque las economías de escala les permiten unos costes altamente competitivos, pero impiden que los pequeños productores, incluso de esos mismos países, puedan sobrevivir, obligándoles a emigrar a los grandes centros urbanos.
Por otra parte, debemos ser conscientes de que las ayudas que perciben los agricultores y ganaderos comunitarios están sujetas al cumplimiento de unas normas muy estrictas en materia de calidad y seguridad alimentaria, así como de respeto al medio ambiente y al bienestar animal. Por eso el comercio leal que demandamos los productores comunitarios estriba en que se exijan, a aquellos países que exportan sus productos a la UE, los mismos parámetros de calidad, seguridad alimentaria, normas medioambientales y de bienestar animal, que se exigen a nuestras producciones y que se facilite toda la información al consumidor para que éste pueda elegir los productos con total conocimiento sobre su origen y composición, de ahí la importancia de defender en estas negociaciones nuestra Denominaciones de Origen e Indicaciones Geográficas Protegidas.
Desde CCAE consideramos además que ha llegado el momento de que la sociedad sepa que la acusación de que el proteccionismo europeo perjudica a los países en vías de desarrollo no se ajusta a la realidad. La UE es el primer importador mundial de productos agrarios, el 63% de estas proceden de los países en vías de desarrollo y el 36% de las importaciones totales están afectadas por acuerdos preferenciales precisamente con los países en vías de desarrollo, lo que significa que la UE importa de estos países más que los Estados Unidos, Japón, Canadá, Australia y Nueva Zelanda juntos, países que pretenden ampararse en el liberalismo para defender sus intereses, que distan mucho de los de los países menos avanzados. En cuanto a la reducción de las ayudas a la exportación, hay que poner de manifiesto que en la UE han pasado de 10.000 M€ en 1992 a 4.000 M€ en la actualidad y los productores comunitarios estamos dispuestos a que se sigan reduciendo, siempre y cuado se haga un estudio serio y diferenciado entre productos y destinos y haya un compromiso de reducción por parte de todos y no sólo de la UE.
Durante las negociaciones los productores comunitarios y la PAC en su conjunto han recibido unas críticas que no se ajustan a la realidad y se está culpabilizando injustamente a un sector productivo como el agrario de la ralentización en el desarrollo de la agricultura en los países menos avanzados. Estas críticas a menudo recurrentes, ponen de manifiesto la transparencia de la PAC, se conoce el origen y destino de los fondos, al contrario de las políticas agrarias de otros países e incluso de otros sectores. Desde CCAE consideramos que se ha utilizado como de moneda de cambio a un sector que curiosamente representa las rentas más bajas de la economía comunitaria y juega un papel fundamental en el mantenimiento de su sociedad, no sólo porque la alimente, sino porque constituye uno de los ejes básicos para su desarrollo sostenible y equilibrado.
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