La Asociación de Industrias Alimentarias de Francia (ANIA), acaba de publicar un estudio sobre la cadena de frío en los alimentos, según el cual el eslabón más débil de esta cadena es el último, el del consumidor.
Según el sondeo realizado, los profesionales de la alimentación respetan en general todas las normas de la cadena de frío en lo que se refiere las temperaturas máximas y los tiempos de permanencia de los mismos.
El estudio se ha realizado en tres tipos de productos: yogures, charcutería y carne preenvasada, mediante el uso de sensores de temperatura en los mismos productos, que recogían el dato cada 5 minutos durante 28 días. El consumidor encontraba finalmente el sensor dentro del producto con un mensaje indicando que lo mandara por correo a los autores del estudio, recibiendo por ello 300 euros.
El 75% de los productos mantuvieron la cadena de frío en condiciones óptimas en el conjunto de la cadena dentro del tramo de los profesionales, y la totalidad de los productos estuvo dentro de los márgenes de seguridad con una desviación mínima de las condiciones óptimas
En cambio en cuanto el producto pasa al a consumidor final el tratamiento empeora considerablemente. Solamente un 32% se conserva en condiciones óptimas y en algunos casos se rompe la cadena. El problema principal se encuentra en el trayecto del punto de venta al hogar. La ANIA recomienda acortar y agilizar este recorrido y utilizar los sacos isotérmicos.
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