Investigadores del Instituto francés de Investigaciones Agrarias (INRA) han analizado los genomas de cinco de las variedades de uva denominadas “pinots” encontrándose con la gran sorpresa que una de ellas (Pinot gris) es una quimera natural, ya que el genoma de la piel es distinto del interior del fruto. El carácter gris del hollejo se debe a mutaciones genéticas sobrevenidas en la piel que no han afectado a la planta entera, la cual genéticamente se corresponde con la del Pinot blanc.
El grupo de las variedades denominadas Pinot son gris, noir, blanc, meunier, teinturier, blanc y moure. Cada una de ellas tiene a su vez varios clones con pequeñas diferencias entre sí. La más importante es el Pinot Noir, que está extendida en todos los países vitivinícolas, desarrollando su máxima expresión en los vinos de Borgoña y Champaña, donde es una de las bases del Champagne a pesar de ser una variedad tinta.
Las vides se domesticaron hacia el siglo VII antes de Cristo, multiplicándose desde entonces las plantas mejores de forma vegetativa mediante estacas. Esta reproducción asexual produce en principio clones genéticamente idénticos a la planta original, aunque con el tiempo van apareciendo mutaciones que hacen que ocurra cierta diferenciación que hace que una misma variedad pueda tener clones diferentes.
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