El CSIRO, instituto público de investigación de Australia, acaba de publicar un interesante documento sobre el etanol como biocombustible; ventajas e inconvenientes. Australia es uno de los países más competitivos del mundo en la producción de azúcar de caña, de hecho el segundo tras Brasil y es precisamente la caña de azúcar la fuente más eficiente en la producción de etanol, por encima de la producción a base de cereales. Sin embargo la producción de alcohol no está apenas desarrollada en Australia.
El documento analiza los pros y contras desde el punto de vista medioambinetal, indicando que no está nada claro que su uso reduzca la polución de aire y que el que las bioenergías reduzcan per se la emisión de gases de efecto invernadero es excesivamente simplista ya que hay que hacer un balance teniendo en cuenta toda la energía consumida en el proceso de cultivo, transporte y fabricación de los biocarburantes.
La eficiencia energética del bioetanol depende en gran medida del consumo de energía de la fábrica. El mejor resultado de reducción de un 5,1% de los gases de efecto invernadero se obtiene si la energía procede de la cogeneración a partir de quemar el bagazo de la caña. La reducción desciende a solamente de un 1,7% si la fábrica consume comestible fósil o si se trata de etanol fabricado a partir de cereales. En el caso más desfavorable, utilizando carbón en la fábrica la producción de dióxido de carbono aumentaría en un 32-34%.
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