Los abortos de las ovejas son un coste importante en las explotaciones ovinas. En el Reino Unido, el Instituto de Investigación Moredun estima que el 47% de los casos de aborto se deben a Chlamydia, también conocido como aborto enzootico. La toxoplasmosis es la segunda causa más frecuente con un 28% de los casos, seguido por Campylobacter con un 11%.
La toxoplasmosis fue inicialmente descrita en Nueva Zelanda en 1954 e identificada en el Reino Unido en 1956, aunque probablemente estuvo presente en el ganado mucho antes. Se ha comprobado que existe una relación entre los gatos y el toxoplasma. La infección puede permanecer viable en las heces de los gatos, tanto domésticos como salvajes hasta durante 2 años.
Tan solo 100 huevos son capaces de infectar a una oveja. Los gatos son animales que se encuentran muy frecuentemente en las explotaciones y es muy fácil que sus heces entren en contacto con los piensos. Unos pocos gramos de heces de gatos que caigan en una tonelada de alimento para las ovejas se traducirían en unos 5.000 huevos por kilo de alimento, lo que da una idea de la magnitud del problema. Incluso en ovejas que se crían en el exterior, es factible que en los forrajes se cobijen los gatos y que este alimento quede manchado con heces de gato.
Cuando se detecta que una oveja ha abortado, es recomendable aislarla durante dos o tres semanas, utilizar guantes de goma y recoger la placenta y el feto, registrar el número de la oveja y consultar con el veterinario.
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