En estos días, los agricultores españoles están recibiendo cartas sobre sus derechos de Pago Único, la revolucionaria ayuda desacoplada de la nueva PAC que va sustituir a partir de la próxima campaña la mayor parte del sistema de ayudas al campo. Al mismo tiempo, los jefes de Estado de la UE han fracasado en acordar las perspectivas financieras de la UE para el período 2007-2013, en un debate en que se ha hablado mucho del coste de la PAC.
Pues bien, al día de hoy el «segundo pilar», el desarrollo rural que en su momento se vendió como el eje de la nueva PAC, se va a nutrir fundamentalmente de un nuevo fondo, el FEADER, que no tiene presupuesto todavía y que visto como está el debate presupuestario, es muy probable que lo tenga muy menguado cuando se llegue a un acuerdo, si es que se llega. Pero es que además el compromiso de que las ayudas de la PAC y en particular del Pago Único estaban asegurados hasta 2013 también está puesto en entredicho, ya que los países ricos quieren que se revisen a la baja. De hecho la presidencia ya proponía que con el mismo dinero se atendiera la adhesión de Rumania y Bulgaria, lo que supone una rebaja considerable de hecho.
Con este panorama, todo apunta a que la política agraria, tanto en lo que se refiere al desarrollo rural, como incluso a las ayudas directas podrían verse menguadas en una gran medida por este debate, y que la reforma de la PAC tendría cambios substanciales, no ya «a medio camino» como la anterior, sino coincidiendo con su misma puesta en marcha.
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