Ya hemos abierto la caja de los truenos en el Alto Guadiana. Era una cuestión de tiempo. Casi todos los que conocemos un poco la situación del Acuífero eramos conscientes de lo que iba a suceder. Algu-nos incluso lo habíamos avisado. Pero parece como si nos hubiera pillado a todos por sorpresa… sobre todo a la Administración hidráulica, que parece haber despertado de repente de un largo sueño de 20 años y que anda ahora intentando improvisar soluciones radicales.
Pero las soluciones no se improvisan. Arreglar la cuenca alta del Guadiana de manera que se pueda recuperar el Acuífero 23, restaurar el equilibrio ambiental de la zona y regular adecuadamente el aprovechamiento de los recursos para mantener el tejido económico y social de los pueblos de la zona no es una tarea fácil… pero si ineludible. Y no se puede hacer si cada uno de los que tenemos responsabilidades en este asunto no estamos dispuestos a tragarnos el sapo que nos corresponda… y la verdad es que no se ve en la concurrencia excesiva apetencia por los batracios.
Primer sapo… el de la Administración.
El Ministerio de Medio Ambiente tiene que entender que no puede ponerse la medalla “al más Gobierno más anti-trasvase” en Aragón y en Cataluña y que en la Mancha le aplaudamos por mantener la hipoteca que la dictadura y sus planes de desarrollo nos dejaron con el trasvase del Tajo. No nos pueden nombrar al Comisario mas duro al este del Mississippi (o del Bullaque y el Tirteafuera) para que ponga orden y haga cumplir la Ley, cuando para empezar es el propio Ministerio quien hasta ahora se la está saltando a la torera por no tener en marcha el Plan Especial del Alto Guadiana, que según la Ley del Plan Hidrológico Nacional deberíahaber estado listo hace ya tres años.
Las Confederaciones Hidrográficas, que hasta ahora más que Presidentes han tenido “semidioses” que sólo respon-dían ante la deidad superior del Gobierno Central, deberían empezar a ser conscientes de que en la actualidad los Estatutos de Autonomía contienen en todos los casos amplias competencias en materia de Agua y que hay que contar con las Administraciones regionales para tomar las decisiones. Para ello será necesario cambiar la vigente legisla-ción… pero, además, mientras se hace y no se hace, lo que se necesita en los puestos con autoridad son personas conciliadoras, afables, razonables, flexibles (como diría yo… esto… con talante) que susciten el consenso entre todos y no que traten de imponer una solución final que, ni es tal solución, ni la admite tampoco la realidad social y económi-ca de estas comarcas.
Sin planificación, sin presupuesto, sin consenso y sin las personas adecuadas es imposible conseguir nada positivo en este asunto.
Segundo sapo… el de las Comunidades de Regantes.
De entre las Comunidades de Usuarios y Regantes, algunas hay que mejor harían en aceptar el papel y las compe-tencias que la Ley les reconoce, antes que pretender ser sindicatos, gestorías o arrogarse en exclusividad la represen-tación de un colectivo (los regantes) que, no lo olvidemos, están en ellas no por los méritos propios de las Comunida-des… sino porque están obligados por la normativa actual.
Y para que las Comunidades de Regantes puedan asumir de mejor manera sus funciones, también sería conveniente que democratizasen su funcionamiento interno, para que las decisiones las tomen las personas… no las hectáreas y para que su acción tienda a defender los intereses generales de los regantes y no en mayor medida (como sucede en ciertos casos) de los intereses de los grandes propietarios, de los que más hectáreas de regadío tienen.
Tercer sapo… el de los ecologistas.
A los ecologistas nuestra organización les reconoce muchos valores (no todos, ni a todos… que eso no se le puede reconocer ni a los ecologistas) y lamentamos, lo digo con sinceridad, no poder estar de acuerdo con ellos en muchas más ocasiones. En este caso creemos compartir con ellos el mismo objetivo… salvar el acuífero 23… aunque segura-mente no los medios para hacerlo. Sabemos que al estar los anfibios protegidos les costará notables esfuerzos tra-garse su sapo… que no es otro que el de entender que la especie humana también forma parte del territorio y no ne-cesariamente la parte peor y que, además, en muchos pueblos de nuestra región es una especie también en peligro de extinción a la que hay que proteger para que no acabe emigrando o sucumbiendo.
Cuarto sapo… el de las organizaciones agrarias.
Para que no digan, igualmente me reservo para las organizaciones agrarias un sapo… incluso el más gordo si quieren. Por nuestra parte, tendríamos que intentar con mayor ahínco trabajar en este asunto, no buscando principalmente la notoriedad, sino el la eficacia y los resultados. Nuestro objetivo no debería ser acaparar los titulares de los medios de comunicación… sino que nuestros representados, los agricultores que en nosotros han depositado su confianza, ten-gan por muchos, muchos años un acuífero vivo con mucha agua para las Tablas, para los Ojos del Guadiana y, tam-bién, por supuesto para regar y crear riqueza y empleo en nuestros pueblos (o si lo prefieren, cambien el orden, tanto da, porque lo uno sin lo otro no va a ninguna parte).
Y algo muy importante: nuestra obligación no es decirle a los agricultores lo que quieren oir…, sino la verdad. Y es que, en este mundo sindical agrario habemos, desde las bases a las direcciones, personas que ejercen su labor muy digna y sensatamente y otros sujetos que son “fincas manifiestamente mejorables” y entre los que no me niego a in-cluirme, salvo que no se me quiera reconocer al mismo tiempo la disposición a enmendarme y corregirme de mis erro-res.
El Quinto Sapo… el de los agricultores.
Y si, también… también los agricultores debemos estar dispuestos a informarnos responsablemente y a mirar un poco más allá de la linde de nuestra viña y a comprometernos en la busqueda de soluciones… porque aquí nos jugamos todos el quedarnos de secano y cualquier agricultor sabe que futuro tiene eso en nuestra tierra.
Por supuesto que tenemos que intentar que los recursos hídricos que están en nuestra región no sólo sean aprove-chados por otros… por otros que muchas veces no son ni agricultores (con todos mis respetos a los dueños de hote-les, parques temáticos y campos de golf) y si lo son, ni son más profesionales, ni más listos que nosotros, ni saben hacer las cosas de forma mejor (ni más legal… por que lo que ahora se está descubriendo).
Si todo lo apostamos al albur de que el agua del Trasvase Tajo-Segura sea la solución para la agricultura del Alto Guadiana y nos limitamos a exigirlo (aunque sea a grandes voces) como la solución más fácil, nos vamos a quedar muy conformes… pero de secano.
Los agricultores tenemos que asumir que, cuanto más agua venga mejor; que cuanto más dinero venga con el Plan Especial del Alto Guadiana y antes se ponga en marcha mejor…
Pero que habrá que poner orden en las extracciones y mantenerlas a los niveles que permitan la sostenibilidad del Acuifero… y eso va a suponer caudalímetros en todos los pozos y que con algunos se podrá regar siempre… y que con otros sólo, a lo peor, en épocas de sequía como ésta de ahora… y que algunos se podrán regularizar… y que otros, a lo peor, no. Desde nuestra organización intentaremos que si hay que lodar alguno, no sea el que le haga falta a un agricultor para sacar adelante a su familia.
El desorden perjudica siempre a los mas débiles y, por lo menos, en lo que toca a mi organización COAG-Iniciativa Rural el desorden no nos gusta porque, en este caso, los más débiles son los agricultores profesionales que viven fundamentalmente del trabajo de su explotación familiar. A nosotros no nos interesa el “Agua p`a Todos”… sino el “Agua p’a Siempre”, porque tenemos voluntad de seguir unidos a nuestra tierra. Si para eso tenemos que tragarnos algún sapo… que lo vayan pelando (con perdón de los ecologistas y siempre hablando figuradamente, claro).
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