Científicos australianos y suizos han demostrado por primera vez la existencia de transferencia genética natural entre especies distintas de hongos fitopatógenos, una posibilidad con la que hasta ahora se había especulado, pero de la que no existía hasta ahora una evidencia directa.
Se trata de un gen denominado ToxA, fundamental para la virulencia que al parecer se transfirió en los años 40 entre el hongo de la septoriosis (Septoria nodorum) y el de la mancha amarilla del trigo (Pyrenophora tritici-repentis), provocando la aparición de una enfermedad nueva más virulenta.
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