Según la Universidad de Pennsylvania (EEUU), los residuos del maíz, como tallos, hojas, mazorcas, etc, se pueden utilizar además de para obtener bioetanol celulósico, para generar electricidad, una vez extraídos los azúcares, utilizando el material orgánico residual.
El proceso utiliza unas denominadas “células de combustible microbianas”, que consisten en dos electrodos y unas bacterias anaeróbicas (que no necesitan oxígeno para vivir). Las bacterias consumen la materia orgánica liberando electrones, produciéndose energía eléctrica.
Según los investigadores, el proceso de conversión anaeróbica de materia orgánica en energía eléctrica tiene una eficacia relativamente alta.
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