“El futuro de la agricultura y ganadería de Castilla y León se escribe con “C” de cooperativismo y “C” de competitividad”, señaló Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta de Castilla y León, en el acto de clausura del III Congreso de Cooperativas Agrarias Castellano Leonesas, organizado por Urcacyl, que se desarrolló desde el pasado lunes en el Palacio de Congresos Atapuerca, de Burgos.
Herrera, asimismo recalcó que hay un “binomio de éxito que liga cooperativas con calidad” en alusión a la reconocida calidad y seguridad alimentaria de los productos cooperativos; y añadió que “la Junta de Castilla y León se compromete a apoyar los proyectos y planes de futuro del sector cooperativo que aporten competitividad y visión empresarial”, ya que las cooperativas “pueden y deben diversificarse y conjugar producción, transformación y comercialización”.
Ricardo Martín, presidente de Urcacyl, señaló que “hace falta un cambio cultural en el entorno cooperativo para transformar las cooperativas tradicionales en empresas con una gestión profesional”, y añadió que Urcacyl es la asociación que, con un ambicioso plan de formación, intentará acometer esa tarea.
“La Administración nacional –agregó- debe dar muestras de sensibilidad con el campo castellano y leonés y con sus actividades cooperativizadas para paliar los daños que el recorte de fondos de desarrollo rural va a ocasionar”.
A la Junta de Castilla y León, Martín le pidió que “tenga en mayor consideración al cooperativismo y su representatividad”, comprometiendo mayor financiación y esfuerzos, ya que “las cooperativas son las instituciones que mejor pueden crear riqueza en el medio rural”.
Esta mañana, en el transcurso de la última jornada del Congreso, Urcacyl presentó el Plan Estratégico del Cooperativismo Agrario de Castilla y León, que tiene como principales retos el dimensionamiento del sector cooperativo, impulsando proyectos de fusiones e integraciones, para racionalizar la producción, capitalizar a las cooperativas y poder acceder a proyectos de I+D+i.
El Plan Estratégico contempla la necesidad de aportar valor añadido a los productos cooperativos, sumándoles un proceso de elaboración; y la conveniencia de eliminar intermediarios en la comercialización. Además, las cooperativas deben concentrarse en prestar servicios técnicos y formativos a sus socios, de forma que cubran todas sus necesidades profesionales. También tienen el cometido de desarrollar el entorno rural en el que se ubican para garantizar, entre otras cosas, el relevo generacional. Otro reto sería implantar tecnologías de la información en todas las cooperativas.
Por otra parte, a lo largo de esta misma mañana se sucedieron diferentes ponencias. En una de ellas, Antonio Cancelo, fundador de Eroski, expresó su convencimiento de que la fórmula jurídica cooperativa sigue teniendo vigencia precisamente porque “es mucho más que una fórmula jurídica”. Según señaló Cancelo, el cooperativismo tiene un componente emocional (“nuestra cooperativa”) e importantes valores y exigencias éticas. Sin embargo, el modelo territorial induce a una proliferación de cooperativas en cada localidad, lo que condiciona la rotación de activos, la rentabilidad y la posibilidad de ofrecer un producto diferenciado. Por eso animó a las cooperativas a obtener la dimensión adecuada para poder operar con éxito en un mercado global.
En otra de las ponencias, Juan Francisco Juliá, rector de la Universidad Politécnica de Valencia, cifró el desarrollo cooperativo en la necesidad de una agricultura y ganadería eficientes. “Sólo con eficiencia productiva se captura valor añadido”, afirmó.
Además, Juliá coincidió con el resto de conferenciantes en la necesidad de intercooperar, de industrializarse e innovar en el sector cooperativo agrario.
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