Un estudio de la Universidad Macquairie (Sidney Australia) publicado en la revista científica Biofuels, Bioproducts and Biorefining; se pregunta si el desarrollo de los biocarburantes es un crimen contra la humanidad, como ahora parecen afirmar algunos grupos de opinión, y aboga por un pacto entre países ricos y pobres sobre esta cuestión para solucionar los problemas de seguridad energética, mitigar las emisiones de gases y aliviar la pobreza.
La idea sería un acuerdo comercial (Biopact) que garantizase la expansión controlada de los biocarburantes en los países en desarrollo bajo pautas de sostenibilidad, contrarrestando la reciente postura de grupos de opinión de que los biocarburantes son insostenibles y tienen un impacto negativo sobre la seguridad alimentaria y el medio ambiente, una idea que, según el autor encubre una barrera proteccionista de los países ricos.
La agricultura en los países en desarrollo tropicales es en general más sostenible si se hace con las prácticas adecuadas, ya que requiere un menor consumo de agua, energía e insumos en general. El Biopact podría incluir medidas para evitar la destrucción de los espacios naturales, impidiendo el comercio de los biocarburantes producidos de forma irresponsable.
Una mayor inversión en bionergía en los países más pobres supondría también una mayor inversión en la eficiencia de los cultivos energéticos, generándose renta y riqueza, lo que a su vez permitiría más disponibilidad de alimentos y mejorar la tecnología de la producción alimentaria.
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