JPA/DICYT En el sector del vino, algunos productores recurren al fraude al comercializar sus caldos como envejecidos en barrica de roble cuando en realidad han estado en recipientes de acero inoxidable en los que se han introducido trozos de madera, según los expertos. Para detectar el engaño, un grupo de la Universidad de Valladolid trabaja con unos detectores que ya están en el mercado, pero que podrían servir para analizar mejor los componentes del vino tras una puesta a punto, según han explicado hoy en Salamanca dentro de un congreso internacional sobre sensores de gases y radiaciones.
Natalia Prieto, investigadora del Departamento de Física de la Materia Condensada que realiza su tesis sobre este asunto ha explicado el mecanismo. «Tenemos una red de sensores comerciales que tienen capacidad para detectar compuestos volátiles y la estamos adaptando a este tipo de trabajos, para ver los compuestos que hay en el vino», ha comentado en declaraciones a DiCYT.
Para ello, «recogemos una muestra y la tratamos con un determinado software en el ordenador que nos permite conocer si ha sido envejecido en barrica o en acero», explica. Este sistema, que entra dentro del concepto de «nariz electrónica» consiste en «una red de sensores que se acopla a un sistema de reconocimiento de patrones de las señales eléctricas que aportan dichos sensores al reaccionar en contacto con el vino», según la experta.
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