“El precio elevado del cereal no se debe a la producción de biocombustible”. Así lo afirmó en la Universidad de Navarra Cristina Pérez, de Acciona Biocombustibles, durante la reunión de la VII Red Temática sobre Biotecnología de las Interacciones Beneficiosas entre Plantas y Microorganismos. Durante su intervención, aseguró que sólo un 1% de la producción total de cereales se dedica a la fabricación de biocarburantes, por lo que no se podría atribuir la polémica del aumento del precio de la materia prima a este factor.
Asimismo, destacó que “la demanda energética se multiplicará por 2,7 en 50 años, y seguirá dependiendo de los combustibles fósiles, lo que conducirá a una acumulación de CO2 en la atmósfera sin precedentes”. Según Cristina Pérez, “el transporte va a seguir consumiendo más de un cuarto de la demanda total de energía final en la actual tendencia, por lo que hay que proponer medidas que palien los efectos perjudiciales”. “A medio plazo -añadió-, costará menos frenar el cambio climático que pagar sus efectos”.
Por otro lado, reconoció que “a la industria de los biocombustibles le queda mucho camino por recorrer, pero es necesario actuar ya para frenar la contribución del transporte al calentamiento global.” En este sentido, indicó que los biocombustibles de primera generación suponen actualmente la única alternativa tecnológicamente disponible y fácilmente generalizable: “Son sin duda un paso intermedio, pero necesario bajo criterios de sostenibilidad, hacia nuevos biocombustibles a partir de materias primas no alimentarias que todavía no están suficientemente desarrollados”.
Investigación y mundo empresarial
En la VII Red Temática sobre Biotecnología de las Interacciones Beneficiosas entre Plantas y Microorganismos participan cerca de 100 investigadores pertenecientes al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, a distintas universidades y a diversos organismos públicos. El acto, celebrado en la Universidad de Navarra, ha sido organizado por los profesores de Biología Vegetal del centro académico Manuel Sánchez-Díaz y Jone Aguirreolea, y por Manuel Megías, de la Universidad de Sevilla.
La Red se creó en 1995 y se renueva cada dos años. Su objetivo fundamental es potenciar áreas relevantes de investigación y favorecer la coordinación de proyectos conjuntos entre diferentes grupos de investigación y el sector empresarial interesado en el estudio de las interacciones beneficiosas entre plantas y microorganismos.
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