La Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) de Málaga quiere hacer un llamamiento a los consumidores de la provincia para que echen a la cesta de la compra patata local, la que cultivan nuestros agricultores, y dejen de consumir la patata vieja que está entrando de otros países, como Francia y Holanda.
Y es que, la invasión del mercado nacional de patatas viejas almacenadas durante meses y a unos precios ridículos está asfixiando a los productores malagueños, que se ven obligados a perder 6 céntimos por cada kilo de patata que venden.
Los horticultores, fundamentalmente de la comarca norte de la provincia, que es la zona que se encuentra ahora en plena campaña, están desesperados al comprobar que sus producto no tiene salida porque en muchos casos no llega ni a los lineales del supermercado.
En la actualidad, el coste que tiene para un agricultor cultivar un kilo de patatas ronda los 17 céntimos; el mismo kilo se vende, ya procesado, a 11 céntimos: “Ya no hablamos de que el agricultor gane dinero, es que ni siquiera consigue cubrir los costes de producción”, asevera Baldomero Bellido, técnico de ASAJA en Antequera, comarca que cuenta con una superficie de unas 500 hectáreas de este tubérculo.
La cosecha de este año está siendo especialmente buena en cuanto a producción, ya que se están consiguiendo, en algunos casos, hasta más de 25.000 kilos de patata por hectárea. “Pese a ello, los costes por kilos siguen siendo muy altos porque el precio de venta se establece con el producto ya envasado y puesto sobre el camión. Con estos precios, cada productor pierde más de 1.000 euros por hectárea. Es una situación ruinosa, con unas pérdidas por hectáreas muy abultadas”, manifiesta Bellido.
La diferencia, en la sartén
La crisis que azota al país ahoga al consumidor, que, en muchas ocasiones, deja de valorar la calidad del producto para dirigirse al que se encuentre especialmente barato. Y ahora, muchos malagueños consumen la patata de “saldo” que los franceses no han podido colocar en otros mercados. “Muchos supermercados están lleno de patata vieja, que lleva meses almacenada. Por eso recomendamos a los consumidores que compren la patata que aquí se produce ya que mantienen todas sus cualidades organolépticas porque son recolectadas días antes de que puedan ser consumidas”, añade Bellido.
A veces, a primera vista, el consumidor no distingue la patata temprana de la vieja, ya que a ésta se le somete a un lavado previo antes de su venta, después de haber pasado unos cuantos meses en cámaras de frío, con la consecuente pérdida de muchas de sus cualidades.
Pero sin duda, cuando llegan a la sartén la diferencia está servida: al carecer de frescura y vigor la patata vieja, una vez frita, acaba por reblandecerse y convertirse en un producto cuyo aspecto y falta de sabor las hace muy poco apetecibles. Razón de más para que ASAJA Málaga recomiende a los consumidores que se cercioren del origen del producto que compran.
ASAJA Málaga no comprende cómo los franceses están vendiendo a esos precios en nuestra ciudad porque a esa cuantía casi no cubren ni lo que cuesta el transporte de Francia a España. Además, las partidas que entran de otros países no reúnen en muchos casos los requisitos en cuanto a calibre, presencia, envasado…
De hecho, la Asociación de Jóvenes Agricultores de Valencia, que también padece la misma situación, ha remitido una carta al Ministerio de Medio Rural y a la Comisión Nacional de la Competencia reclamando una investigación sobre una posible subvención ilegal dada por el ejecutivo francés a sus horticultores, ya que es la única manera de entender que la cosecha gala del año pasado se esté vendiendo aquí y ahora a unos precios ínfimos.
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