? El agricultor perderá la oportunidad de contar con una producción sobre la que venía obteniendo un plus de precio sobre otros cereales. La pérdida será también sensible si su producción procede de siembras de grano del montón en lugar de semilla certificada.
? Los fabricantes de harinas y sémolas tendrán que extremar sus precauciones en la comprobación de la calidad que les ofrecen.
? Mucho más si, como cabe temer, los agricultores siembran grano del montón en lugar de semilla certificada de las variedades obtenidas en los últimos años, sensiblemente mejoradas, que han posibilitado producciones finales de alta calidad y mayores rendimientos.
? Además tendrán que recurrir a la importación de importantes cantidades (más de un millón de toneladas) por la, en cualquier caso, menor producción de la cosecha nacional, cuando hasta ahora España era neta exportadora de trigo duro.
? Los exportadores tendrán que informar desde ya a sus compradores en el exterior, que no cuenten con la producción de calidad de trigo duro españoles que en los últimos años tanto se había acreditado en los mercados exteriores.
? España dejará de exportar más de 500.000 Tm. de trigo duro, del que tendrá que importar más de un millón de toneladas. Un negocio redondo para las arcas públicas.
? Andalucía tendrá que inventarse nuevos cultivos extensivos ya que a esta desaparición de 300.000 Has. de trigo duro, se unirán las superficies dedicadas en campañas anteriores a algodón y remolacha.
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