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Último adiós al Dr. Norman Borlaug, incansable luchador contra el hambre y padre de la Revolución Verde

15/09/2009

Dr. Borlaug trabajó cuatro décadas como investigador del CIMMYT y formaba parte del centro cuando recibio el Premio Nobel de la Paz.

Las variedades de trigo de alto rendimiento y las prácticas agronómicas mejoradas que fueron generadas por Borlaug y su grupo de científicos en México en los años de 1950, fueron introducidas en el sur de Asia en la década de los 1960 y posiblemente hayan evitado que cientos de millones de personas murieran de hambre. Gracias a la obra de Borlaug, conocida como la Revolución Verde, la agricultura basada en la ciencia llegó a los países en desarrollo. Hoy día, se siembran en 80 millones de hectáreas en todo el mundo los trigos generados a partir del trabajo pionero de Borlaug, que son de alto rendimiento y resisten a las enfermedades.

El Dr. Borlaug recibió el Premio Nobel de la Paz en 1970, en reconocimiento a sus logros, que culminaron en la fundación de una red de 15 centros internacionales de investigación agrícola, entre ellos, el CIMMYT.

El Dr. Borlaug dejó de trabajar de tiempo completo en el CIMMYT en 1979, si bien siguió siendo consultor residente de tiempo parcial hasta su muerte. En 1984, su carrera profesional tomó un nuevo giro cuando asumió el cargo de profesor en la Universidad Texas A&M, puesto que desempeñó durante 23 años. En 1986, estableció un programa en apoyo a la agricultura en África, junto con el ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter y la Fundación Nipona del Japón, dirigida por Ryoichi Sasakawa. En un período de 20 años, este programa, denominado Sasakawa-Global 2000, ha colaborado con 15 países africanos con el objeto de transferir tecnologías agrícolas mejoradas a millones de pequeños productores de ese continente.

En particular, el Dr. Borlaug se sentía muy orgulloso de haber contribuido a establecer el World Food Prize (premio que reconoce las aportaciones de las personas a la producción mundial de alimentos) en 1986. Dicho premio ha adquirido un prestigio similar al de los Premios Nobel, pero en los campos de los alimentos y la agricultura. Hasta ahora, cerca de 25 hombres y mujeres han sido galardonados por sus aportaciones excepcionales a incrementar el volumen, la calidad y la disponibilidad de los suministros de alimentos a nivel mundial. Por su parte, la Fundación del World Food Prize, con sede en Des Moines, Iowa, Estados Unidos, ha creado excelentes programas educativos dirigidos a atraer a los jóvenes a la causa de la producción mundial de alimentos.

El Dr. Borlaug siempre se consideró maestro además de científico. Hoy día, varios miles de hombres y mujeres que se dedican a las ciencias agrícolas en más de 50 países tienen el orgullo de haber sido estudiantes de Norman Borlaug.

Borlaug se valió de su fama y prestigio para promover la causa de impulsar el desarrollo del pequeño productor agrícola en todo el mundo. Durante 63 años de carrera profesional, el doctor, incansable viajero, visitó a productores y científicos agrícolas en más de 100 naciones. Se estima que en el transcurso de su vida, el doctor habló personalmente con más de 500 mil personas, entre alumnos y ciudadanos comunes y corrientes, para explicarles los retos y las complejidades de la producción mundial de alimentos.

El Dr. Borlaug fue nombrado miembro honorario de las academias de ciencias agrícolas de 11 naciones, recibió 60 doctorados honoris causa y fue honrado por asociaciones cívicas y de productores en 28 países.

No obstante, entre todos los países, el Dr. Borlaug consideraba que México era su verdadero hogar y, en particular, el valle del Yaqui, estado de Sonora, en el noroeste del país. Solía decir que ahí era donde se sentía en casa y en paz. Los sonorenses han correspondido a sus sentimientos, pues, entre otras cosas, lleva el nombre de Borlaug una de las calles principales de Ciudad Obregón, en el corazón del Valle del Yaqui, donde cientos de personas conocen al doctor desde que nacieron.

Aunque el Dr. Borlaug es probablemente mejor conocido fuera de Estados Unidos, su tierra natal (por ejemplo, en India, Pakistán, China, México y otros países latinoamericanos), su obra ha sido reconocida ampliamente por su país. A nivel federal, le fueron otorgadas la Medalla Presidencial a la Libertad, la Medalla Nacional a la Ciencia y el mayor galardón que puede recibir un civil en Estados Unidos: la Medalla de Oro del Congreso.

Cabe señalar que en el CIMMYT también se sentía como en su casa el Dr. Borlaug, quien se distinguía por ser una persona sencilla y carismática. El doctor hablaba bien el español y tenía un interés genuino en la gente, pues saludaba y conversaba con todos por igual, ya fueran investigadores u obreros en el campo. Su pragmatismo y visión de aplicar la ciencia en beneficio de los pobres es el legado que el doctor ha dejado al CIMMYT y a varias otras instituciones con las que mantuvo relaciones muy estrechas.

El Dr. Borlaug dedicó su vida a combatir el hambre, pero estuvo siempre vigilante, pues como dijo en su discurso de aceptación del Premio Nobel en 1970, “Es cierto que la lucha contra el hambre va mejor…pero la corriente podría cambiar, si nos damos por satisfechos…”

No hay mayor tributo que podríamos hacerle al Dr. Borlaug que continuar la tarea a la que dedicó toda su vida, es decir, aplicar las ciencias agrícolas con fines humanitarios. El doctor vivirá para siempre en nuestros corazones y, apoyada por nuestros esfuerzos, la obra que él comenzó también perdurará.

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