Un estudio realizado por científicos del Servicio de Investigación Agraria de EEUU (ARS) en las Grandes Llanuras, sobre los efectos durante más de 19 años de varias prácticas de cultivo, ha mostrado que el no laboreo proporciona más estabilidad al suelo que el laboreo convencional.
La cero labranza almacena más carbono en el suelo, el cual ayuda a que las partículas del suelo se aglutinen unas con otras, confiriéndole estructura y reduciendo hasta siete veces la vulnerabilidad de los 2,5 cm superiores del suelo a la fuerza destructora de las gotas de lluvia. Estos centímetros son la primera línea de defensa del suelo contra la erosión por agua o viento.
Esta resistencia es especialmente importante en las regiones semiáridas, tales como las Grandes Llanuras, donde factores como los bajos niveles de precipitaciones, una tasa elevada de evaporación y la variabilidad de rendimientos pueden reaccionar con el laboreo intensivo, alterando la estructura del suelo y los niveles de la materia orgánica del suelo.
El laboreo disminuye la resistencia del suelo a las gotas de lluvia porque los terrones se rompen y la materia orgánica del suelo se pierde por oxidación cuando las partículas del suelo se exponen al aire.
Los resultados de esta investigación se ha publicado recientemente en ‘Soil Science Society of America Journal’
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