Habiéndose celebrado el jueves día uno de julio el último consejo de Caja España, dando paso a la caja fusionada España Duero, quiero hacer algunas aclaraciones como miembro de un consejo de administración al que llegué a través de una candidatura independiente de ASAJA que se enfrentó en las urnas a la del “consenso” integrada por partidos políticos y otras fuerzas sindicales y sociales. Nunca he aceptado formar parte de ningún grupo político, confieso más afinidad ideológica con el PP, y he informado y consultado siempre, sobre mí papel en las decisiones importantes, con el presidente regional de ASAJA, Donaciando Dujo, y con nadie más. He votado siempre en conciencia y varias veces en contra de propuestas del equipo directivo, independientemente de la postura de otros grupos, como también lo hemos hecho los consejeros generales de mí grupo, si se quiere el “grupo mixto”, en las asambleas generales. Aunque sea una obviedad, tengo que recordar que he sido la representación del mundo agrario y rural en el consejo de Caja España, algo para mí motivo de gran orgullo a la vez que de gran responsabilidad.
Quiero dejar claro que no he participado en ninguna componenda ni trapicheo. Nadie me tuvo que convencer para apostar por la fusión porque era un convencido de ello. Me he opuesto reiteradamente al reparto de los fondos de la Obra Social por parte de los grupos políticos. No he aceptado la condonación tácita de deuda a grupos políticos en la única ocasión que se presentó un caso al consejo. Me he opuesto a algunas operaciones de riesgo propuestas por el equipo directivo y lamento no haber tenido el olfato empresarial suficiente como para darme cuenta que tenía que haberme opuesto a muchas más que con el tiempo se demostró que eran nefastas para los intereses de la entidad. Rechacé en su día, quiero recordar casi en solitario, propuestas tan vergonzosas como destinar seiscientos mil euros para contribuir a sufragar los honorarios de Barceló por pintar la cúpula del edificio de la ONU en Ginebra. Rechacé en solitario la desinversión en el grupo empresarial Ebro Puleva, el único de toda la cartera empresarial que realmente era rentable para la Caja. He dicho en público y en privado que el crédito que damos a particulares y empresas es escaso y caro. Con mi voto no se han aprobado pagas graciables en momentos de crisis y con una cuenta de resultados agostada, y mucho menos gratificaciones a altos directivos. Con mi voto no se ha decidido un nuevo equipo directivo en el que repiten los mismos que nos han llevado a los consejeros a tomar decisiones equivocadas y de los que lo único que se puede esperar es más de lo mismo. Con mi único voto en contra, se propuso una comisión ejecutiva en la que se integran única y exclusivamente los máximos dirigentes del PP y PSOE y se cierra la puerta a la presencia de personas más independientes. Con mi voto en contra hemos comprado miles de inmuebles a precios muy superiores a su valor de mercado. Con mi voto en contra se ha propuesto a un futuro presidente de la caja fusionada que, al margen del afecto personal, que lo tiene, es un candidato del PSOE y no del consenso, además de no respetarse ni las formas, ni el lugar, ni los plazos.
En estos cuatro años de consejero de Caja España he votado contra las propuestas del equipo directivo en varias ocasiones y siempre por alguna razón que me dictaba mi conocimiento y mi conciencia. Sólo acepto las recomendaciones de los míos, y los míos son ASAJA y los hombres y mujeres del campo. Seguiré pidiendo disculpas por haber sido excesivamente complaciente con propuestas ruinosas y me sentiré orgulloso de aquellas otras por las que no he tragado. Y así seguiré siendo en la nueva caja, por lo que a quién no le guste, está a tiempo para no contar conmigo. Y para terminar, decir que he consultado con el secretario general de la Caja y no ha puesto reparo legal alguno para que haga cualquier publicidad sobre el sentido de mí voto en los asuntos que se han sometido a consideración del consejo.
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