Si este año, con una recolección de la cosecha de cereal francamente retrasada, el agricultor no llegó a tiempo para beneficiarse de un repunte de los precios que comenzó antes de finales de agosto, es que tenemos problemas realmente serios en nuestras estructuras de comercialización. Son muchos los agricultores que se quejan de que los precios del cereal repuntaron cuando ya estaba en manos de los intermediarios, cuando en productor ya no era el dueño del grano. Uno puede entender que se haya desterrado para siempre el hábito de tirar el trigo en la era y tenerlo allí unas semanas, como se hacía antes, lo que hubiera evitado que con las prisas a mediados de julio cambiase de dueño, aunque no se entiende tanto si lo hacemos exclusivamente por comodidad. También se entiende que el tener un buen almacén propio es una inversión importante que no está al alcance de todos los bolsillos, y se entiende que no todos prioricen en invertir en eso, y hasta se entiende que quienes tienen la nave la tengan llena de maquinaria –que también está mejor recogida– y por tanto no quede sitio para todo. Se entiende que muchos agricultores necesiten liquidez y a falta de crédito de las entidades, opten por convertir en euros el primer grano de la cosecha y desde luego cuando hay prisa por vender y cobrar no es la mejor situación para negociar. Es muy cómodo llamar al almacenista para que te ponga un camión a pie de finca el día que te va el de la cosechadora, tan cómodo que si te lo propones, le dices qué finca hay que cosechar y te evitas hasta salir de casa.
Hemos convertido las labores de verano en algo cómodo y rápido, muy rápido. Uno se alegra de que el trabajo en el campo sea llevadero y no podemos hacer recomendaciones gratuitas para que nuestros agricultores tengan buenos almacenes para el cereal y buenos remolques bañera para transportarlo desde las tierras. Pero lo que está claro es que un cerealista profesional no puede jugarse toda su producción vendiéndola desde la finca el 10 de julio, porque si es así se está produciendo un error de comercialización que hará que las cosas salgan mal nueve de cada diez años. El cerealista que no tenga una cooperativa de las que funcionan y dan confianza, debe tener medios propios para almacenar y escalonar la venta de una parte de su producción, y esto que digo para el cerealista vale también para el que produce forrajes o para el que cultiva patatas, por poner algunos ejemplos. Y en ningún caso la necesidad puntual de dinero tiene que ser motivo para hacer una mala operación de venta, pues teniendo la mercancía y siendo solvente como lo son la mayoría de nuestros agricultores y ganaderos, los problemas puntuales de liquidez los tiene que solucionar la banca dando créditos de campaña. En estas cuestiones que atañen a la comercialización también se notan mucho, cómo no, las diferencias entre los buenos agricultores y los que no lo son tanto.
Política de comentarios:
Tenemos tolerancia cero con el spam y con los comportamientos inapropiados. Agrodigital se reserva el derecho de eliminar sin previo aviso aquellos comentarios que no cumplan las normas que rigen esta sección.