El Copa-Cogeca, organización que representa a agricultores y cooperativas de la UE, piden poder cultivar toda la tierra disponible en 2022 para compensar el bloqueo de la producción rusa y ucraniana, con el fin de hacer todo lo posible para evitar interrupciones en las cadenas de suministro, que inevitablemente provocarán escasez en ciertas partes del mundo. Esta es una cuestión esencial de soberanía alimentaria y estabilidad democrática.
Los agricultores y cooperativas de la UE piensan que dado que el gobierno ruso está utilizando la seguridad alimentaria como arma, hay que contrarrestarla con un escudo alimentario. Al igual que con la energía, en agricultura creen firmemente que es posible fortalecer nuestra autonomía estratégica mientras se sigue avanzando en la sostenibilidad. No creen que haya que enfrentar estas dos dimensiones. En el Consejo de Ministros de Agricultura de la UE celebrado la pasada semana, el Ministro francés, Julien Denormandie, fue muy claro. Insistió en que es urgente liberar todo el potencial de la agricultura europea para asegurar la soberanía alimentaria, si bien este objetivo no tiene que ser enemigo del de la sostenibilidad.
El Copa-Cogeca cree que necesitamos rearmar nuestra agricultura hoy para afrontar estas dos grandes crisis al mismo tiempo: la guerra en Ucrania y el cambio climático. No obstante, se necesita un cambio de paradigma en la forma de pensar de Bruselas sobre agricultura, empezando por los objetivos establecidos en la Estrategia de la Granja a la Mesa.
El Copa-Cogeca ha anunciado que en los próximos días, la organización agraria ucraniana (UNAF) se unirá como nuevo socio, como muestra de solidaridad con los agricultores y cooperativas ucranianas.
Una lástima que necesitemos de una guerra y una masacre en un país como Ucrania, para que nuestros gobernantes se den cuenta de que cada metro cuadrado de barbecho es una afrenta a la soberanía alimentaria Europea. Eso de importar grano y aceite de terceros países que no piensan en su medio ambiente, para que en Europa paguemos a los agricultores por abandonar sus tierras es el mayor absurdo del que hablarán los libros de historia cuando escriban de estos años 20 del siglo XXI.
Hay que producir más y de forma más eficiente y sostenible con las herramientas y la ciencia disponible, y dejarnos de utopías de países ricos.