La siembra de remolacha ya está en marcha en toda Europa y se baraja que en la campaña 2022/23, la superficie se reduzca en un 2%, por quinto año consecutivo, de acuerdo con las estimaciones de la Confederación Internacional de Cultivadores de Remolacha (CIBE). El sector remolachero europeo pide que se le considere como prioritario en términos de acceso a la energía y que se transmitan a lo largo de la cadena, los elevados costes de producción que soportan.
Según los cálculos de la CIBE, el incremento de costes de los fertilizantes, los combustibles y los fitosanitarios representan, al menos, costes adicionales de alrededor del 20-25 % para la remolacha azucarera en 2022 en comparación con el año pasado. Además, el aumento de los precios de la energía, y en particular del gas natural, también han incrementado los costes de procesado de la remolacha en las azucareras. Después de 5 años de crisis y bajos precios en la remolacha y en el azúcar, que han debilitado al sector, desde la CIBE se pide que estos argumentos sean tenidos en cuenta en las negociaciones contractuales en curso entre los fabricantes y los utilizadores de azúcar.
Por otro lado, solicitan a la Comisión Europea una revisión del umbral de referencia del azúcar de la UE (404,4 €/t ex-mill), que no ha cambiado durante 17 años, cuando si han dado un giro vertiginoso los costes agrícolas e industriales.
Si en la campaña 2023/24 se produjera una nueva reducción de la superficie, se podría llegar a una crisis de suministro de remolacha azucarera en varias regiones europeas, poniendo aún más en peligro la soberanía alimentaria de un sector que ya se convirtió en importador neto desde 2018.
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