Urcacyl se suma a la reclamación hecha por las Organizaciones Profesionales Agrarias de establecer una normativa específica que recoja la posibilidad de implantar placas fotovoltaicas o solares, incluidas las infraestructuras de evacuación de la energía solar o eólica, exclusivamente en terrenos no aprovechables para la producción agraria.
En este sentido se reclama un blindaje de los terrenos de cultivo frente a la ansiedad privada y el afán de algunas administraciones locales de facilitar la instalación de energías renovables en todo tipo de terreno rural, cuestión que agravaría aún más el problema de despoblamiento en los pueblos
El nuevo boom de las renovables ha llegado al campo, y su loable objetivo con ambiciosos planes de energías limpias está desatando, una auténtica ofensiva en busca de todo tipo de suelo, que precisamente por este hecho puede ser nocivo para los profesionales de la agricultura y ganadería y para la sociedad en su conjunto, ante el peligro de que desaparezca superficie destinada a la producción de alimentos.
Apoyar la instalación de infraestructuras de energías alternativas es fundamental sí con ello se genera riqueza, bienestar y futuro para el medio rural y para los agricultores y ganaderos. Pero debe valorarse muy seriamente el afán desmesurado de empresas promotoras por hacerse con todo tipo de terrenos, también los productivos y cultivables, para este tipo de infraestructuras.
Por ello deben buscarse soluciones y modificar cuantas normativas sean necesarias, para proteger todos los suelos agrícolas, especialmente aquellos sobre los que se hayan hecho transformaciones en regadíos o concentraciones parcelarias, pero también los que tengan aprovechamiento agrícola o ganadero, más si cabe cuando la titularidad sea pública.
Hay que tener en cuenta que el suelo productor de alimentos está limitado, y debe ser un patrimonio a defender con todas las herramientas al alcance de la sociedad. No es razonable qué habiendo tanta superficie en nuestra comunidad, las administraciones y los empresarios privados se fijen en zonas tradicionales de cultivo, en terrenos de transformación en regadíos, en pujantes tierras productivas o en superficies muy útiles desde el punto de vista agronómico.
No son las placas solares lo que provoca o puede provocar la «desaparición» de terreno apto para el cultivo. Sólo nos faltaba esa inventiva de los «asfálticos»
De acuerdo con la iniciativa. La cuestión es cómo explicarle a un propietario agricultor que si cultiva una parcela de los mejores regadíos cerealistas de Castilla y León va a obtener un beneficio menor que instalando paneles, pero que se le prohíbe porque patatas. Y eso sin repercutir el coste de su mano de obra…
Esta noticia no hace más que resaltar el bajo rendimiento económico del cultivo de grano en la UE, incluso comparativamente con una actividad sujeta a los mismos requisitos (tierra, sol, agua), no compensado por una política arancelaria acorde a los sobrecostes en los que debe incurrir la agricultura extensiva por nuestro exigente marco legal y societario actual.
Pero el grano es la base de la alimentación mundial, un recurso estratégico de primer orden; si no podemos prescindir de él, no queda otra opción que aumentar drásticamente el margen de beneficio de su cultivo reconduciendo la situación desde la administración pública: el esquema actual de la política agraria comunitaria es insuficiente y el venidero no lo corregirá, a la vista está.