La disponibilidad de agua no depende solo de la lluvia, sino también de la temperatura, que a su vez regula las necesidades de los cultivos. Más calor, más pérdida por evapotranspiración, más demanda hídrica. Hace unos días entramos en fase de excepcionalidad por la sequía en Cuencas Internas de Catalunya, lo que llevó a endurecer las restricciones en el uso del agua en más de 200 municipios, principalmente del sistema del Ter-Llobregat. Si no llueve en primavera, podemos entrar en fase de emergencia antes del verano. Las diferentes fases del Plan de Sequía de la Agencia Catalana del Agua y, en general, de la mayoría de las Cuencas Hidrográficas del Estado Español, se basan en el porcentaje de agua que hay en los embalses de la cuenca. Emergencia implica llegar a valores por debajo del 20%. Pero también se tiene presente la acumulación del déficit de precipitación. Períodos de déficit de precipitación no son extraños en la región Mediterránea sino que bien al contrario, forman parte de su variabilidad natural. Sin ir más lejos recordemos la sequía del 2004-2008, que fue más intensa y extensa que la del 1986-1989, o la producida entre el 1944 y el 50, pero todas ellas probablemente menos intensas que la de 1812-1817. Por lo tanto, ¿cómo saber si el episodio que estamos viviendo está inducido por el cambio climático?
El último estudio publicado por el Servicio Meteorológico de Catalunya en su web muestra que la temperatura media anual para el conjunto de Catalunya y para el período 1950-2021, ha aumentado a un ritmo de +0,25 °C/década, lo que supone que la temperatura media anual en Catalunya ha aumentado 1,8 °C en los últimos setenta y dos años. En estas condiciones, la masa vegetal requiere más agua para vivir y también evapotranspira más, aunque el fruto de esta inyección de humedad en la atmósfera se puede recoger a grandes distancias de donde fue originado. No consuela, por tanto, creer que daría más lluvia en nuestra casa. Todo lo contrario, la masa forestal, en lucha por su propia supervivencia, retiene todo el agua que puede, y, por tanto, disminuye el caudal que llega a los embalses, donde a su vez la evaporación también aumenta. El sector agrícola y ganadero es el primero en sufrir las graves consecuencias, cuando encima el aumento de temperatura se da en condiciones de déficit de precipitación, pero los ecosistemas, la salud humana, la actividad económica, todo queda afectado. La sequía ha ido pasando de sequía meteorológica a hidrológica, de esta a agrícola, y ha acabado siendo una sequía socioeconómica.
¿Podemos decir, por lo tanto, que esta sequía es consecuencia del cambio climático? Las proyecciones de futuro para mediados y finales de siglo en la zona Mediterránea muestran, con un alto grado de confianza, un aumento en la duración de las ráfagas o días consecutivos sin lluvia. En Catalunya, la precipitación media apunta en algunas partes del país a una disminución de la precipitación anual. Por lo tanto, podemos afirmar que este déficit de precipitación que estamos sufriendo, unido al aumento de temperatura que agrava su impacto, está alineado con lo que se espera que el cambio climático produzca en la región. Situaciones como la actual serán cada vez más frecuentes.
La urgencia es tan grande que no podemos dejar para un siguiente artículo hacer un llamado a la acción, a fin de reducir ahora los impactos y en el futuro la vulnerabilidad. En las medidas de mitigación enfocadas a reducir el aumento de temperatura, debemos aplicar medidas tradicionales e innovadoras, como la mejor gestión del agua, incluyendo su camino desde el origen hasta el usuario, la anticipación de la sequía mediante previsiones estacionales, mecanismos de seguro para ayudar a los agricultores a hacer frente a estos fenómenos y mejorar la resiliencia, procesos de reutilización, etc. Esta acción debe comenzar por cada uno y cada una de los usuarios, cuidando del agua y tratándola como lo que es, un bien escaso, que también se debe regir por un principio de solidaridad.
Dra. MARÍA DEL CARMEN LLASAT BOTIJA, Catedrática de Física de la Atmósfera de la Universitat de Barcelona y miembro del Comité Asesor de la Associació Catalana de Comunitats de Regants (ACATCOR)
Todo muy acertado.
Sin embargo hecho de menos en las ecuaciones que se manejan en lo meteorológico lo que yo si me voy a atrever a exponer.
La humedad de la atmósfera se nutre del rozamiento del aire con el agua de cualquier lugar donde se encuentre ( mar, ríos,tierra o vegetación)
Efectivamente a mayor temperatura mayor captación de humedad absoluta y más rapidamente hasta alcanzar el 100% de humedad relativa por parte de la atmósfera porque la masa de agua disuelta en el aire es mayor a mayor temperatura con igual porcentaje de humedad relativa.
Cuando hablemos de incremento de temperatura esta llevará incluida un incremento de masa de agua disuelta en la atmósfera.
Los procesos de lluvias o sequías dependerán como hasta ahora del comportamiento de la atmósfera con sus desplazamientos de volúmenes de aire arriba y abajo y de un lado hacia otro.
La principal variación va a ser en la temperatura y en las fechas de los procesos fenológicos
La principal constante ha de ser el uso racional de los cultivos y de las diferentes utilizaciones del agua por nuestra parte.