Los cerealistas franceses se enfrentan un panorama complicado al inicio de 2025. La combinación de ingresos bajos, disminución de superficies cultivables y las dificultades en la siembra del otoño pasado plantea serios desafíos para el sector. Eric Thirouin, presidente de la Asociación General de Productores de Trigo de Francia (AGPB), ha manifestado su preocupación por la situación, destacando que la moral de los agricultores está «completamente a media asta».
En 2024, la producción de trigo blando registró una caída histórica del 27,2 %, alcanzando solo 25 Mt, lo que se tradujo en que de media, el cerealista francés dispone de un saldo medio anual de 5.500 euros. A pesar de que se ha sembrado una superficie algo mayor para la próxima campaña, las condiciones climáticas adversas, como suelos encharcados y problemas con plagas como las babosas, dificultan las perspectivas de recuperación, según a AGPB.
La desaparición progresiva de productos fitosanitarios en Francia agrava aún más la situación. Según un barómetro de la AGPB, los problemas técnicos y agronómicos derivados de las normativas ocupan el primer lugar en las preocupaciones entre los agricultores.
Otro factor de presión es el incremento de las importaciones de trigo blando desde Ucrania, que se han multiplicado por 20 desde el inicio de la guerra. Estas importaciones, realizadas sin «cláusulas espejo» que aseguren condiciones equivalentes para los agricultores europeos, han generado inquietud entre los productores franceses. La AGPB aboga por renegociar el acuerdo de asociación con Ucrania de 2016 para establecer límites y condiciones más estrictas.
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