Como resultado de las medidas preventivas frente al reciente brote de fiebre aftosa en una granja de búfalos en Brandeburgo, dos explotaciones lecheras situadas a 7 y 9 km del foco están sometidas a fuertes restricciones aunque no presentan casos positivos entre su ganado. Las restricciones les han impedido comercializar su leche desde hace días, forzando a desechar la producción, un drama que ha sido ampliamente cubierto por la prensa de Alemania y Países Bajos.
Estas dos explotaciones, con más de 500 vacas cada una, tienen prohibido entregar leche durante 30 días, lo que les está llevando a desechar diariamente 33.000 litros de leche desde la última recogida, el pasado sábado. Cada día vacían el tanque de leche y no encienden la refrigeración. No saben si recibirán compensación por esta leche.
El martes y miércoles de la semana pasada se realizaron pruebas en ambas explotaciones. Una de ellas dio negativo, y se esperan los resultados para la segunda. Los responsables aseguran no haber detectado animales enfermos, pero permanecen atentos ante el riesgo.
Las actividades diarias en las granjas han continuado bajo restricciones. Los responsables han asumido tareas adicionales, como la inseminación artificial, que antes realizaban empresas externas ahora excluidas por medidas de bioseguridad. Aunque el suministro de alimento está garantizado por el momento gracias a las reservas, se planean ajustes en las raciones si las restricciones persisten.
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