En el campo siempre hemos sabido que la agricultura es un negocio lleno de incertidumbres. El agricultor aprende desde niño que el tiempo puede dar y quitar; que una helada inoportuna o una sequía pertinaz pueden echar por tierra meses de trabajo. Lo que nunca hubiéramos imaginado es que, en pleno siglo XXI, cuando por fin acompaña la meteorología y se logra una cosecha excelente, los números tampoco salgan. Y no por culpa del cielo, sino de los despachos.
Este año, el cereal español va camino de cerrar una de sus mejores campañas de producción. Se esperan alrededor de 19,5 millones de toneladas de cereales de invierno, cifras que hacía años no se alcanzaban. Sin embargo, lejos de suponer un alivio, el agricultor mira sus cuentas y comprueba con desesperación que no consigue cubrir ni siquiera los costes. El resultado es demoledor: muchos trabajarán prácticamente a pérdidas, y los que logren algún margen, apenas arañarán unos pocos euros por hectárea.
¿Cómo es posible? La respuesta es amarga, pero sencilla: la rentabilidad está completamente estrangulada. Los costes de producción, lejos de estabilizarse, han seguido disparados. Solo fertilizantes y nitratos suponen ya más de 500 millones de euros de gasto en Castilla y León esta campaña. A esto hay que sumar el gasóleo, las semillas, los seguros, el mantenimiento de maquinaria, los fitosanitarios… Cada hectárea cultivada de cereal ronda los 800 euros de inversión. Para no perder dinero, se necesita cosechar un mínimo de 4.000 kilos por hectárea, algo que no está al alcance de todos los terrenos, especialmente en secanos y comarcas más vulnerables.
Mientras tanto, los precios en origen han vuelto a desplomarse. El mercado internacional marca las cotizaciones a la baja, en parte por el efecto de las importaciones masivas de cereal ucraniano, que entra sin aranceles ni limitaciones en el mercado europeo. A los productores españoles se les exige cumplir con todos los estándares medioambientales, laborales y de seguridad alimentaria. A quienes importan desde fuera, no.
Pero si grave es la competencia desleal en los precios de venta, más inexplicable resulta aún la situación en los costes de insumos. La Unión Europea ha decidido mantener los aranceles a la importación de fertilizantes desde Rusia y Bielorrusia, justo cuando los agricultores necesitan desesperadamente reducir sus costes. Lo insólito es que el gas ruso, materia prima básica para fabricar fertilizantes, sigue entrando libremente. El resultado es que unos pocos fabricantes europeos protegen sus márgenes, mientras el productor asume la factura. Una factura política, no de mercado.
Por eso, cuesta entender que en los últimos meses no se haya articulado ningún mecanismo serio para aliviar esta presión. Los agricultores no piden subvenciones indiscriminadas ni ayudas generalizadas: piden medidas concretas, realistas y transparentes. Piden que se actúe sobre el sobrecoste de los fertilizantes con ayudas directas vinculadas a las facturas, como ya se hizo —aunque de forma claramente insuficiente— en el pasado. Piden que se revisen los acuerdos comerciales que permiten la entrada masiva de cereal extracomunitario sin ningún control. Piden, en definitiva, que se les deje trabajar y competir en condiciones de justicia mínima.
Porque lo que está en juego no es solo el futuro de quienes siembran cereal. Es la seguridad alimentaria de todo un país. Es la supervivencia de miles de explotaciones familiares, muchas de ellas en las pocas zonas de España que todavía mantienen población activa en el medio rural. Y es también el precio y la calidad de los alimentos que cada día terminan en las estanterías de los supermercados.
Cuando ni siquiera una buena cosecha sirve para respirar, algo muy profundo falla en el sistema. El campo español no puede seguir soportando que las buenas campañas se conviertan en un castigo en lugar de un respiro. El problema ya no es la climatología. El problema, lamentablemente, son las reglas de juego.
osea lo que habitualmente se llama oferta y demanda (basta de quejarse… basta de hablar de despachos)
es sencillo ,,,mas oferta menos precio,,,,,,, mas demanda mas precio
señores ningun negocio tiene el beneficio garantizado
y si no prueben a poner un comercio en su barrio
que ustedes los agricultores son los primeros que luego se van a un centro comercial a devorar productos de importacion
y que sepan que ha ningun comercio les dan ayudas, subvenciones ni na de na , y si, todos tienen burocracia y pagan impuestos
AL FINAL ES SENCILLO,,,, SI EL NEGOCIO NO ES RENTABLE ,,,CAMBIA DE NEGOCIO ,,NADIE TE OBLIGA
Y NO TE PREOCUPES QUE COMEREMOS IGUAL E INCLUSO MEJOR porque si hablamos de calidad……..mejor no comparar
soy agricultor y estoy de acuerdo con Ud.
YYYYyy el que escribe ese articulo es un sindicalista que se dice defiende a los agricultores,asi que digamoslo claro,interpreta su papel.
Yo dejé la agricultura, si no es rentable a otra cosa.Cuando se llenan los bolsillos nadie dice nada y tractores de 200000€
Cuando se haya desmantelado el sector agrícola en Europa ( que por ese camino vamos ) y tengamos que comprar los alimentos a Trump, Putin, Mohamed o Milei, veremos a cuanto se pone la cesta de la compra.
Si alguien sabe que no tiene los benefícios garantizados es el agricultor. Lo lamentable es que en las condiciones actuales lo garantizado son las pérdidas.
De seguir el tema así, en pocos años comerá mucho mejor.
Para eso están las ayudas y subvenciones,como cuando fabricar un buen coche eléctrico, para eso está pedro Sánchez para dar ayudas y subvenciones , producto nacional, Luis planas no trae un grano de fuera de España
No, las ayudas y subvenciones estan para que los capitalistas tengan ganas de invertir en tierras agricolas.Los agricultores si en un cultivo no nos ganamos la vida,sembramos otra cosa y si no, lo complementamos con tener ganado,bueno eso si los capitalistas no copan en plan monopolio fabricas de piensos y mataderos.
Tu eres agricultor ?, No hablas más que contra el Capitalismo. Por tú forma de expresarte conoces muy poco de agricultura, mas bien serás un Podemita para el que lis agricultores somos todos capitalistas.
A los agricultores ni agua. Las ayudas para los vulnerables….o sea para vagos y gitanos que vienen a ser lo mismo