No es una pregunta baladí: 2024 se ha confirmado como el año más cálido jamás registrado, con una temperatura media global cercana a 1,55 °C por encima del nivel preindustrial (1850‑1900). Esta tendencia se sostiene desde 2015, que figuran entre los diez más cálidos registrados, según la Organización Meteorológica Mundial. Aunque puedan registrarse episodios puntuales de frío, en promedio el planeta se calienta cada año.
La isla de calor urbana
En las zonas urbanas, el llamado efecto isla de calor urbana (UHI) agrava significativamente el calentamiento local. Las superficies de asfalto y hormigón absorben calor durante el día y lo liberan por la noche; la disposición de los edificios favorece el efecto cañón, atrapando ese calor. Además, la disminución de vegetación reduce la evapotranspiración —mecanismo natural de enfriamiento—, mientras que el calor residual procedente del tráfico, la industria y los sistemas de climatización intensifica el problema.
En Europa, se estima que las ciudades registran temperaturas nocturnas entre 2 y 5 °C superiores a las zonas rurales colindantes, según estudios del Joint Research Centre de la Comisión Europea. Además, en Asia, muchas urbes presentan temperaturas casi el doble que la media global, lo que genera impactos sustanciales en salud pública y productividad económica, tal como recoge el Banco Asiático de Desarrollo.
Consecuencias en salud, economía y consumo energético
El calor urbano intensificado provoca efectos directos en bienestar y economía:
- Se eleva el uso energético —sobre todo de equipos de aire acondicionado— y se reducen áreas de descanso pasivo, lo que a su vez intensifica el calentamiento.
- Se incrementan los niveles de contaminantes como ozono y partículas, lo que agrava enfermedades respiratorias y cardiovasculares, como advierte el instituto ISGlobal en sus análisis sobre cambio climático y salud pública.
- Las olas de calor incrementan la mortalidad y la hospitalización. Sólo en Europa, se calcula que el UHI provoca más de 6 700 muertes prematuras anuales, de acuerdo con el consorcio europeo EXHAUSTION.
- En Asia y otros mercados emergentes, se documenta una caída de la productividad laboral de hasta un 10 % en el campo y el 5 % en urbes durante los periodos más cálidos, según datos del Banco Asiático de Desarrollo y la Organización Internacional del Trabajo.
Impacto en el medio rural
El sector agropecuario español ya detecta consecuencias reales del calor extremo:
- Sequías más frecuentes y prolongadas: la red científica CLIVAR alerta de episodios más intensos que comprometen el suministro hídrico. En 2022 y 2023, la falta de lluvia redujo los rendimientos de cereales como trigo y cebada entre un 20 % y 30 %, y del olivo en al menos un 10 %.
- Estrés térmico en el ganado: estudios del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) muestran que, por cada grado Celsius por encima del óptimo ambiental, el consumo de pienso en vacas cae un 3–5 %, lo que se traduce en menor producción de leche y peso.
- Riesgo hidráulico y desertificación: en regiones como la Axarquía (Málaga) y Extremadura, la explotación intensiva del agua, unida al cambio climático, ha provocado colapsos hidrológicos con pozos al borde del colapso y avance de la salinización de acuíferos, según informes del Observatorio de la Sostenibilidad y entidades de gestión hídrica regional.
El impacto económico es notable. en España se estima una pérdida anual del 6 % del valor de la producción agrícola, que equivale a más de 550 millones de euros, atribuibles al calentamiento y fenómenos climáticos extremos. A nivel europeo, las pérdidas del sector agrario por el clima ascienden a unos 28 000 millones € al año, de los cuales España representa una parte significativa debido a su alta exposición climática, tal como advierte la Comisión Europea y el Banco Europeo de Inversiones.
Retos y oportunidades para el agro español
La adaptación al cambio climático será clave en los próximos años. España ya impulsa medidas estratégicas:
- El Plan Nacional de Modernización del Riego, impulsado por el Ministerio de Agricultura, contempla una inversión de 2 400 M€ hasta 2027 para mejorar la eficiencia y resiliencia frente a sequías.
- Se fomenta la investigación en cultivos como el sorgo, de alta tolerancia térmica, y en técnicas de agricultura inteligente (regadío por goteo, variedades adaptadas) dentro de estrategias de agricultura inteligente climáticamente (CSA), con el apoyo de centros públicos y redes tecnológicas autonómicas.
- También se impulsa la restauración de pastizales y la promoción de modelos mixtos como el silvopastoreo, considerados eficaces para proteger los suelos, mejorar la regulación hídrica y reducir el estrés térmico en el ganado, según estudios de iniciativas agroecológicas nacionales.
Estas acciones no sólo mitigan los efectos del calor y favorecen la productividad, sino que también permiten poner en valor la sostenibilidad del sector, una cuestión de creciente relevancia para mercados nacionales e internacionales.
Menudo truño de propaganda institucional. ¿Cuánto os han pagado por publicar esto? No os habéis atrevido ni a poner el nombre del autor. Ah bueno, es que ya os dan el texto escrito. ¿Quizás desde el ISGlobal financiado por Soros?
Más les vale a ustedes que miren hacia arriba e investiguen un poco fuera de los medios de desinformación, porque lo que nos está provocando este calor no es más que la geoingeniería a la que nos someten a diario y cada día más intensamente. Y ya hay muchísimos científicos de prestigio, incluso premios Nobel, que lo corroboran.
Y dirán algunos ¿pero para qué iban a querer provocar sequía y calor intencionadamente? Pues para justificar medidas cada vez más restrictivas, incrementar o inventarse nuevos impuestos, y en definitiva arruinarnos a todos y quedarse con todos los recursos y activos a precio de saldo, para que entonces seamos sus siervos obedientes. Ese es el tecno-feudalismo que nos quiere imponer la Agenda 2030 envuelto en palabras bonitas y “bien común”. Te lo dicen ellos mismos “No tendrás nada y serás feliz”. Búsquenlo, búsquenlo.
Espabilen, todavía estamos a tiempo de pararlo.