Los agricultores de Castilla-La Mancha atraviesan una situación crítica al ver cómo el agua del Tajo se transfiere hacia otras regiones sin poder utilizarla en sus explotaciones, según ha denunciado la Unión de Uniones de Castilla-La Mancha. La organización advierte que esta situación está convirtiendo amplias zonas de la comunidad en un secano insostenible y amenaza la viabilidad de cultivos esenciales como la vid, el olivar, el almendro y el pistacho, pilares de la economía rural y del empleo agrario en la región.
El hidrogeólogo Francisco Turrión, con más de tres décadas de experiencia en la Confederación Hidrográfica del Segura, ha señalado que el actual sistema de trasvases prioriza los intereses industriales y de los fondos de inversión frente a la supervivencia de los agricultores y la vida en Castilla-La Mancha. Turrión defiende que sus estudios científicos han sido desacreditados por cuestionar la versión oficial, pese a que sus análisis técnicos respaldan las advertencias sobre la gestión desigual del agua.
El experto ha denunciado que “no se puede permitir que el agua del Tajo-Segura se destine a cultivos industriales en otras regiones mientras los cultivos sociales —que generan empleo y fijan población— se secan en Castilla-La Mancha”. En su opinión, el agua debe servir a los agricultores locales y a la supervivencia de los pueblos de la región.
El contexto legal reciente refuerza estas críticas. El Tribunal Supremo ha confirmado la validez de los caudales ecológicos del Tajo, mientras que el Gobierno de Castilla-La Mancha ha instado al Ejecutivo central a revisar las reglas de explotación del trasvase, con el objetivo de proteger la cuenca y garantizar un reparto equitativo del recurso.
Desde la UdeU CLM se insiste en que el agua no debe convertirse en un instrumento de especulación ni en un recurso al servicio de grandes intereses económicos. La Unión de Uniones reclama que los recursos hídricos se destinen a garantizar la sostenibilidad del campo y la supervivencia de la agricultura tradicional. Según cálculos técnicos, una sola hectárea de riego industrial podría permitir regar más de veinte hectáreas de cultivo leñoso en Castilla-La Mancha.







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