La siembra de trigo duro comenzó en la segunda quincena de noviembre, con el terreno muy seco, sin apenas lluvias acumuladas durante los meses precedentes. Con las precipitaciones caídas a finales de diciembre, se produjeron la mayoría de las sementeras de este cultivo; finalizándose éstas en la primera quincena de enero, con un buen tempero en el suelo, tras haber acumulado suficiente agua como para favorecer una excelente nascencia de este cereal de invierno.
La lluvia acumulada en el periodo de siembra ha oscilado, según provincias, entre los 70 y los 130 mm, suficientes para garantizar una implantación del cultivo en el suelo. Además, estas lluvias han sido escalonadas por lo que el beneficio ha sido mayor, al proporcionar una buena germinación de las semillas, así como un buen enraizamiento de las plántulas en el suelo.
El estado fenológico actual del cultivo se encuentra entre el estado de 1-2 hojas hasta el de 5 hojas (próximo al inicio del ahijado), presentando las plantas un excelente estado fitosanitario, no observándose parásito (plaga u hongo) alguno por el momento.
En la primera quincena de enero, y en las parcelas más tempranas se ha empezado ya a aplicar abonos de cobertera a base de urea granulada.
Al no haber llovido apenas nada durante el otoño, no ha habido nascencia de malas hierbas antes de la siembra por lo que no se han aplicado herbicidas en este periodo (presiembra) en ninguna parcela. Las lluvias de las últimas semanas han originado que, paralelamente al crecimiento de las plantas de trigo duro, estén naciendo malas hierbas, tanto gramíneas (monocotiledóneas) como de hoja ancha (dicotiledóneas), por lo que, en algunas semanas, se espera comiencen los primeros tratamientos herbicidas de postemergencia.
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