Investigadores del Servicio de Investigación Agraria en Iowa (EEUU) están estudiando los cultivos de pastos perennes para evaluar su potencial para mitigar la erosión del suelo y aumentar el contenido de materia orgánica, en las parcelas de maíz en las que en la que se cosecha el grano y además, el rastrojo para la producción de biocombustibles de segunda generación.

Los cultivos de cobertura perennes tendrían la ventaja de que los sistemas radiculares podrían proporcionar al suelo, suficiente carbono para compensar la pérdida ocasionada por quitar el rastrojo. Además, estos cultivos proveen un hábitat para los insectos beneficiosos, facilitan la infiltración de agua, ayudan a mantener el nitrógeno en el suelo, suprimen malezas y reducen el escurrimiento de productos químicas agrícolas.

Los primeros resultados han mostrado que el trébol blanco y el pasto azul de Kentucky son cultivos de cobertura prometedores, que necesitarían un estudio más profundo. Por otro lado, se comprobó que la festuca rubra agregaba cantidades significativas de carbono al suelo, pero resultó muy competitiva con las plantas de maíz.

Además, las investigaciones han revelado que el cultivo de cobertura, utilizando prácticas de no laboreo o el laboreo en franjas en el sistema de cultivos de cobertura y maíz, puede reducir la cantidad de combustible fósil necesario, disminuyendo los costes y las emisiones de los gases de efecto invernadero.