El algodón se cultiva desde hace más de 7.000 años para la producción de fibra, abasteciendo el 40% de la demanda mundial de este material. Sin embargo, el inconveniente del algodón es que no se puede comer a pesar de que sus semillas tienen un alto contenido en proteínas. El problema es que estas semillas contienen una sustancia química, el gosipol, que es tóxica para el consumo humano, pero que defiende al cultivo de las plagas.
En los años 50, se obtuvieron por selección, plantas de algodón sin gosipol, pero tenían el inconveniente que eran devoradas por los insectos.
El gran avance lo ha conseguido el Dr. Keerti Rathore, del laboratorio biotecnológico Texas AgriLife Research, quien hace tres años obtuvo plantas de algodón modificadas genéticamente que tenían la característica de tener bajos niveles de gosipol en las semillas pero con altos niveles en los brotes, hojas y flores. Por tanto, la planta podía defenderse de las plagas, pero al mismo tiempo proporcionar unas semillas comestibles.
Estas plantas se obtuvieron a través de una técnica de silenciación de genes específicos. El equipo de investigación consiguió que el gen del gosipol no se expresara en las semillas pero si en el resto de la planta.
Actualmente, el Dr Rathores y su equipo han conseguido cinco generaciones de plantas de algodón en invernadero y este año han realizado ensayos de campo con buenos resultados.
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