Un investigador de la Universidad de Harvard ha desarrollado un método para producir energía eléctrica a partir de materiales orgánicos de desecho utilizando un microorganismo anaerobio que vive en el lecho marino. Se trata de células de energía de baja producción pero también con un coste de producción muy bajo, lo que hace que este sistema pudiera tener una interesante aplicación en las zonas más remotas y pobres del planeta con problemas de suministro energético. Las células producen energía suficiente para alimentar lámparas de bajo consumo o recargar baterías pequeñas, como las de los teléfonos móviles, cuya importancia es creciente en los países en desarrollo.
El sistema se basa en una característica de la bacteria marina, que en su metabolismo produce electrones que emite al material donde vive, que pueden ser captados por un electrodo y ser convertidos en una corriente eléctrica de baja intensidad.
Las células energéticas utilizan un pequeño circuito del tamaño de una baraja y no implican consumo alguno de energía fósil ni emisiones de gases de efecto invernadero. El sistema puede ampliarse para producir más energía si es necesario.
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