La Universidad de Oregón ha descubierto un método para aprovechar la glicerina que se produce como residuo en el proceso de obtención de biodiesel y el ácido tartárico que es también residuo en este caso de la vinificación, obteniéndose un plástico biodegradable, que podría tener múltiples aplicaciones.
El material es moldeable y con buenas propiedades para fabricar todo tipo de materiales, incluyendo muebles, aislamientos, geles etc.
El dar una salida a la glicerina que se obtiene al fabricar biodiesel es uno de los mayores problemas de la producción de este biocarburante, cuya producción es creciente en todo el mundo. La glicerina se ha venido empleando hasta ahora en cosmética y en algunos productos alimentarios y farmacéuticos. No obstante, estos usos tradicionales son incapaces de absorber la “montaña de glicerina” que parece venir con el auge de este biocarburante.
Algunas líneas de investigación van en el sentido de utilizarla como materia prima para la industria química, en alimentación animal o para producir más biocarburantes.
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