Madrid, 12 de junio de 2006 – Representantes de un centenar de países participaron hoy en la capital española en la ceremonia inaugural de la primera reunión del Órgano Rector del Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura, promovido por la FAO.
El acto contó con la presencia de la Vicepresidenta Primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, la Ministra de Agricultura, Pesca y Alimentación, Elena Espinosa y el Director General de la FAO, Jacques Diouf.
“Asistimos a un evento histórico y que culmina muchos años de intenso trabajo. Ha visto la luz un tratado crucial para la humanidad”, aseguró Diouf, quien calificó al Tratado como “el primer instrumento internacional importante del siglo XXI y del tercer milenio”. Negociado por los países miembros bajo los auspicios de la FAO, entró en vigor en junio de 2004, culminando un largo proceso iniciado en los años 70. Se trata de un instrumento jurídicamente vinculante y que cuenta ya con 104 Estados contratantes.
“La conservación y la utilización sostenible de los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura son condiciones sine qua non de la seguridad alimentaria y la eliminación de la pobreza, en particular en las zonas rurales”, añadió en su intervención, al recordar que el hambre y la malnutrición afectan a 854 millones de personas y provocan cada año la pérdida de 15 millones de vidas humanas.
En este sentido subrayó que la lucha contra el hambre y la pobreza deben de ser los primeros objetivos de la elaboración de políticas internacionales eficaces en materia de recursos fitogenéticos. “Se trata de un imperativo ético: una alimentación adecuada constituye un derecho humano fundamental.”
De la teoría a la práctica
Diouf pidió a los presentes su cooperación para permitir que el Tratado pueda desarrollar todo su potencial para mejorar la producción y la calidad de los alimentos, destacando que el acuerdo permitirá velar por el reparto justo y equitativo de las ventajas derivadas de utilizar la diversidad de los cultivos y reforzará la cooperación Norte-Sur.
De hecho, en la primera reunión del Órgano Rector, que se desarrolla en el Hotel Auditorium de Madrid entre los días 12 al 16 de junio, se deben tomar decisiones vitales sobre la implementación del Tratado, tales como la estrategia financiera o el acceso a los recursos fitogenéticos y el derecho de los agricultores a participar en la distribución de beneficios derivados de su uso.
Diouf hizo un llamamiento para que los participantes en el segmento ministerial de la reunión, convocado para el martes, consigan aunar “la voluntad política que permitirá construir un futuro rico e innovador para el Tratado”. Por ello pidió que los objetivos y las disposiciones del Tratado se reflejen en los planes, los programas y las legislaciones, así como en las prioridades y estrategias de ayuda para el desarrollo.
Contribución española
Por su parte, la Ministra de Agricultura, Pesca y Alimentación de España, Elena Espinosa, manifestó que el Tratado no es un puerto de llegada sino un punto de salida para la conservación, acceso y uso sostenible de los recursos genéticos imprescindibles para el desarrollo de la agricultura y la alimentación de las generaciones presentes y futuras. La Ministra reiteró el compromiso de España con esta iniciativa trascendental para la especie humana y que, entre otras cosas, se reflejaba en el hecho de servir de sede de esta primera citas del Órgano Rector del Tratado.
Dando cierre a la ceremonia inaugural, la Vicepresidenta Primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, mencionó que esta iniciativa es una contribución muy importante para lograr el primer objetivo de desarrollo del milenio que se ha fijado las Naciones Unidas. “Erradicar el hambre es un primer paso a la justicia globalizada”, afirmó.
España, sostuvo la Vicepresidenta, ha sido históricamente un puente en el intercambio de recursos fitogenéticos y recordó que a partir del siglo VIII los andalusíes trajeron a este territorio abundantes productos procedentes de Oriente como la caña de azúcar, el arroz y los cítricos que serían llevados posteriormente a América a partir del Siglo XV. Pero, además, desde España viajaron a América muchos otros cultivos que habían sido incorporados siglos antes a la agricultura ibérica como el trigo, el olivo, y la vid, y procedentes de América llegaron especies como el maíz, la patata, y el frijol.
La difusión de este patrimonio es una prueba tangible de los beneficios de la Alianza de Civilizaciones, que España promueve activamente como un mecanismo de hermandad entre los pueblos y esperanza de un futuro mejor para la humanidad.
España ha colaborado de forma muy activa desde hace muchos años para que este Tratado fuera una realidad, y su parlamento fue uno de los primeros en ratificarlo.
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