El sector cunícola del Reino Unido se está enfrentando al peor brote de mixomatosis de los últimos tiempos, según la información del diario británico The Independent. Los casos se han producido en diferentes condados del país, como Dorset, East Sussex, Essex, Newcastle, Cambridge, Durham y Surrey, y se está extendiendo por todo el país. Las organizaciones de conejos aconsejan a los ganaderos y propietarios de conejos que vacunen a la totalidad de sus animales. En un foco detectado en el Reino Unido en los años 50, casi desapareció la totalidad de la población de conejos, tanto silvestres como domésticos.
La mixomatosis apareció por primera vez en Uruguay en 1896. Es una enfermedad que se ha utilizado y se utiliza como control biológico del conejo en los países en los que estos son plaga por padecer de enemigos naturales, principalmente Australia y Nueva Zelanda. Cerca del 90% de los conejos que contraen la enfermedad, mueren. Se transmite a través de insectos.
La difusión incontrolada de esta enfermedad en Europa en los años 50 tuvo un gran impacto medioambiental, no solo en el conejo, sino en todas las especies que dependen de ésta para su alimentación, como linces, águilas y otras especies que son especialmente abundantes en España (la misma palabra Hispania significa etimológicamenrte “tierra de conejos”).
Durante los primeros años, la mixomatosis tuvo un gran impacto negativo sobre las poblaciones de conejo silvestre, con recurrencias periódicas. A pesar de esto, las poblaciones de conejo fueron crearon resistencia y a finales de los 60 y principios de los 70 el conejo se recuperó, aunque nunca al nivel de antes de la difusión de la mixomatosis.
Sin embargo a principios de los 80 apareció la Enfermedad Hemorrágica Vírica (EHV) que diezmó de nuevo la población. La mixomatosis y la EHV rebrotan periódicamente afectando a las poblaciones de conejo, que no se recupera.
Recientemente se ha conseguido en España una vacuna transgénica contra ambas enfermedades, que consiste en un virus transformado genéticamente que se trasmite entre los conejos de forma que no desarrollan las enfermedades, pero crean resistencia contra las mismas al llevar su antígenos. Esta vacuna no ha salido de la fase experimental, pero la posibilidad de que pudiera ser liberada ha causado ya alarma en los países que como Australia y Nueva Zelanda usan la difusión de enfermedades del conejo para mantener a raya su población.
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