Madrid, 1 de diciembre´04. El sector porcino ofrece una doble cara en nuestro país: Durante los últimos 10 años España ha experimentado un incremento de la producción del 33%, lo que nos ha situado en el segundo lugar de la Unión Europea y en el tercero a nivel mundial. El grado de abastecimiento de nuestro Estado es del 116%, siendo el de la UE del 106%, lo que significa que en nuestro país 5 millones de cabezas se destinan al exterior. Sin embargo, estos datos, que pudieran parecer positivos, esconden un triste realidad: En la última década, el número de productores se ha reducido a la mitad y la tendencia se acentúa a causa de la crisis de precios que sufre el sector, que sólo pueden asumir los grandes productores, empresas integradoras que fagocitan con sus agresivas estrategias comerciales a los pequeños y medianos productores. En el año 2002, producir un kilo de canal costaba 1,18 Euros, mientras que en el 2004 ha costado 1,30 (0,12 Euros más); sin embargo, el productor ha recibido por el kilo de canal 1,39 Euros en 2004, frente a los 1,37 Euros de 2002. El diferencial negativo es de – 0,10 Euros, sin añadirle la merma que supone la inflación.
En cuanto al mercado de lechones, la situación es también crítica, los precios no encuentran suelo y registran mínimos que se renuevan a la baja semana tras semana: en el año 2002 el precio medio de los lechones fue de 33,19 Euros por unidad, mientras que en el 2004 se ha situado en los 31,18; con mínimos registrados alarmantes de hasta 22,54, en el mes de junio, 10 Euros menos que el mismo mes del 2002.
Durante este aciago 2004 para el sector porcino español, la Lonja de Lleida, que establece los precios máximos que reciben los productores en el Estado, ha marcado unas referencias de pago poco edificantes, por debajo de los precios de producción y, curiosamente, unos 0,18 Euros inferiores a la media marcada por los principales mercados europeos; esto ha supuesto pérdidas muy elevadas que no pueden compensar con futuros ejercicios las pequeñas y medianas explotaciones y que ha generado la polémica en el sector, que advierte una estrategia exportadora oscura que, además, está destruyendo la competencia de medianos y pequeños productores.
Los nuevos países de la Unión Europea se configuran como nichos de mercado en los cuales el incremento del consumo de la carne de porcino supondrá una gran posibilidad de penetración de nuestras exportaciones intracomunitarias y Rusia se consolida como el destino prioritario de nuestras exportaciones a terceros países, el 46% de nuestras exportaciones se destinan a este país. Unas perspectivas que podrían quedar vedadas a los medianos y pequeños productores que día tras día abandonan el sector al no poder soportar un acumulado de pérdidas tan acusado.
La labor de la Administración en la defensa de los intereses de los productores ha de ser más eficaz, profundizando en las medidas que mejoren las situaciones de crisis de los mercados y asegurando que los márgenes económicos sean suficientes para asegurar el mantenimiento del sector. Además, se debe elaborar una política que defienda el mantenimiento de las explotaciones familiares y no de lugar a una reconversión que produzca la desaparición de éstas en beneficio de macroexplotaciones.
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