Madrid, 6 de octubre de 2004. A día de hoy un litro de gasóleo agrícola le cuesta al agricultor 0,52 euros. Hace tan sólo cinco meses, en mayo de 2004, el precio de un litro de carburante era de 0,43 euros. Si tenemos en cuenta que un tractor consume en una jornada laboral de 8 horas, una media de 32 litros de combustible, el coste que le supone al agricultor subirse cada día a su vehículo es 3 euros más caro que antes del verano.
El precio del barril de petróleo brent ha sobrepasado la barrera de los 50 dólares, un precio impensable hace unos meses y que demuestra que nos encontramos inmersos en una coyuntura preocupante para el sector agrario: que sufre una dependencia ineludible de este factor de producción, que ya invierte el 60 por ciento sus ingresos brutos en costes de producción y cuya renta no supera el 50 por ciento de la renta media española.
Además, para el sector agrario resulta imposible trasladar estos incrementos a sus precios por la presión de las cadenas de distribución y la rigidez de los precios de intervención. Así pues, el agricultor que sólo participa en el beneficio un 26% de lo que paga el consumidor, no tiene forma de controlar y equilibrar su renta. Este aspecto no hace más que agravar la crisis permanente del sector, afectando principalmente a las explotaciones familiares.
Ante este panorama, COAG reclama al Gobierno celeridad en la toma de decisiones para paliar de inmediato la crisis del gasóleo en sector agrario y aliviar su asfixia por los insoportables costes de producción y la presión a la baja, por parte de los intermediarios, de los precios en origen. Miguel López, secretario general de COAG ha declarado que “el 33% del precio del gasóleo agrícola son impuestos, una presión fiscal insoportable para un colectivo en crisis y un gravamen ilógico para un sector productivo estratégico que se dedica a producir alimentos para la sociedad, a mantener población en las zonas rurales, el 80 por ciento de nuestra geografía es rural, y a contribuir a la sostenibilidad medioambiental” López recordó que este gasóleo agrícola es “única y exclusivamente un gasóleo específico para mantener en funcionamiento nuestras herramientas de trabajo, no es un combustible que se use en desplazamientos y mucho menos en actividades de ocio”
COAG insta al Ministerio de Agricultura a que materialice su compromiso de diálogo y que convoque a las organizaciones agrarias para dar una respuesta urgente y adecuada a esta coyuntura. Para COAG, la única vía para solucionar esta crisis pasa por:
La exención del impuesto especial de hidrocarburos para el gasóleo utilizado en las actividades agrarias
Extraer del ámbito objetivos del impuesto sobre ventas minoristas de determinados hidrocarburos (tasa de hidrocarburos), de forma que este gasóleo no esté gravado por este impuesto
Aplicación de un tipo reducido de IVA para el gasóleo consumido por los profesionales agrarios, de forma que en lugar de aplicar el tipo actual del 16% se aplique el 7%
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