En abril del 2004, y para facilitar la libertad de los consumidores, entraron en vigor en Europa los Reglamentos de etiquetado y trazabilidad que obligan a etiquetar todos los alimentos y piensos transgénicos, también llamados OMGs. No se trataba de un asunto de seguridad alimentaria, ya que todos los OMG son evaluados de forma rigurosa durante más de 5 años antes de su aprobación, sino de dar al consumidor el derecho a elegir entre alimentos modificados genéticamente y convencionales con total información. Como ya indicó en una reciente conferencia el Dr. Daniel Ramón, experto en tecnología de alimentos, “el consumidor tiene derecho a elegir libremente y es necesario ofrecerle esta opción de compra”.
En la Unión Europea el sistema de control de los OMG y el proceso de autorización de estos, es el más estricto del mundo, garantizando su seguridad tras realizar controles rigurosos que duran entre 5 y 7 años. Los alimentos transgénicos son los alimentos más evaluados de la historia, según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESA), y es el único caso dentro del ámbito de la alimentación en el que la salida al mercado se condiciona a una autorización sanitaria previa, análoga a la que se lleva a cabo con los medicamentos. Prueba de esta garantía de seguridad, es que de las 2.200 alertas alimentarias, producidas en la Unión Europea durante 2003, ninguna ha sido debida a las variedades transgénicas.
En nuestro país, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESA) garantiza que los productos transgénicos aprobados para su comercialización son tan seguros como los convencionales, se analizan caso por caso, y pasan por autorización sanitaria previa, algo que no ocurre con otros alimentos. La AESA defiende la autorización sanitaria previa a la comercialización, y apoya un etiquetado completo y veraz que permita la libre elección por parte del consumidor.
En ocho países europeos se están comercializando ya más de 70 productos en cuya etiqueta aparece su procedencia de OMGs. Entre los productos se encuentran el aceite de maíz, harinas, la mantequilla, los aderezos de ensaladas y la cerveza.
En el año 2004, la superficie mundial de cultivos biotecnológicos creció un 20 %, alcanzando los 81 millones de hectáreas, según el informe del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA). En el año 2003, 7 millones de agricultores cultivaron cultivos biotecnológicos, y a finales de esta década el ISAAA estima que llegarán a 15 millones de agricultores, que sembrarán cultivos biotecnológicos en 150 millones de hectáreas de hasta 30 países.
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