El sector remolachero francés está atravesando una crisis sin precedentes, crisis, no obstante, que también afecta a todo el sector comunitario. En Francia, las malas noticias le vienen al sector por dos frentes: el cierre de fábricas y los bajos precios.

Sant Louis Sucre, filial de la alemana Südzucker, anunció hace unos meses el cierre de dos fábricas, la de Cagny en Calvados y la de Eppeville en Somme. En abril, Cristal Union anunció el cierre de dos de sus fábricas, las de Toury y Bourdon. Tereos no ha anunciado ningún cierre, pero desde hace meses sufre una importante crisis interna.
En cuanto a precio, el segundo anticipo de los precios de la remolacha de la cosecha de 2018 pagado por Cristal Union, Saint Louis Sucre y Tereos a finales de marzo, suponen reducciones de unos 500 €/ha, según los cálculos de la Confederación francesa de remolacheros (CGB). Tereos por ejemplo, pagó en 2017 un precio mínimo garantizado de 25 €/t mientras que en 2018, ese precio se ha reducido a 19 €/t. Además, los cultivadores se quejan de la falta de negociación de las azucareras. Saint Louis Sucre ha presentado unas condiciones de pago inaceptables, sin una verdadera negociación con los cultivadores, según la CGB, mientras que los cultivadores de Cristal Union han sembrado sin saber el precio al que se les va a pagar.
Esta crisis que se atraviesa es debida, en gran parte, a la liberalización del sector tras la desaparición del sistema de cuotas a partir del 1 de octubre de 2017. Lejos y olvidadas quedan ya las favorables previsiones que muchos hacían sobre las nuevas oportunidades que se le ofrecían al sector en un escenario sin contingentación de la producción, que iba a permitir el desarrollo de todo su potencial.
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