El primer ministro húngaro, Viktor Orban, ha anunciado que va a reducir el precio de seis alimentos básicos: azúcar blanco, harina, leche semidesnatada, aceite de girasol, pechuga de pollo y carne de cerdo, con el fin de contener la inflación y la vertiginosa subida de los precios al consumo. El IPC en noviembre pasado en Hungría subió un 7,4%.
La medida entrará en vigor a partir del próximo 1 de febrero, fecha a partir de la cual, los precios de estos seis productos tendrán que bajar a los niveles que tenían el pasado 15 de octubre.
Los críticos han tachado la medida de electoralista, ya que hay elecciones presidenciales en Hungría esta primavera.
Hay dos cuestiones importantes en el anuncio del presidente Orban. Por un lado, no se sabe qué es lo que opina la Autoridad húngara de la Competencia sobre esta limitación de los precios. Por otro, si los precios bajan a los niveles del 15 de octubre, ¿significará que la bajada se repercutirá aguas arriba en la cadena alimentaria?, ¿se van a limitar los precios de los inputs (fertilizantes, fitosanitarios, energía, piensos… ) a los agricultores y ganaderos húngaros?
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