Un joven italiano de 26 años que hacia deporte corriendo en los bosques de Caldes, en Val di Sole (Trentino, Italia) fue atacado por un oso y murió como consecuencia de las heridas. Sus familiares se asustaron cuando vieron que el joven no regresaba a casa. Los rescatistas encontraron su cuerpo en un barranco, con profundas heridas en el cuello, los brazos y el estómago, algunas de las cuales fueron claramente provocadas por un gran carnívoro, según han publicado los periódicos italianos. La autopsia ha confirmado que la muerte se produjo por las heridas.
El presidente de la Provincia Autónoma de Trento, Maurizio Fugatti, anunció que se va dar caza y muerte al oso responsable así como a otros tres ejemplares considerados peligrosos. Se trata de ‘MJ5’, el oso que hirió a un hombre el 5 de marzo, ‘JJ4’, el oso que atacó a un padre y su hijo en junio de 2020, y ‘M62’, el oso que se convirtió en protagonista de episodios en la meseta de Paganella.
Gracias al éxito del proyecto «Life Ursus» para reintroducir osos en la provincia de Trentino entre 1996 y 2004, en 2021 se registraron 69 ejemplares en el territorio. Actualmente son más de un centenar cuando el proyecto solo tenía previsto 50, por lo que Fugatti ha anunciado que el número de osos tendrá que reducirse a la mitad.
Esta noticia ha reactivado el debate en Italia. Las organizaciones de defensa de los animales han respondido al anuncio de matar al oso que ha matado al corredor, pero con opiniones bien distintas:
La Asociación Italiana para la Defensa de los Animales y el Medio Ambiente ( Aidaa ) considera que un oso difícilmente mata si no se siente en peligro y recuerda que hace más de cien años que no se producía un ataque mortal a un hombre. Piden que no se mate a este oso porque piensan que la suya fue una reacción defensiva y que antes de proceder a cualquier acción contra el oso, habría que consultar las opiniones de expertos, incluso internacionales.
WWF Italia opina que si un individuo muestra conductas manifiestamente peligrosas para la seguridad humana, llegando al punto de agredir fatalmente a una persona, la eliminación de este individuo disminuye los riesgos de nuevos episodios similares y mejora la aceptación social de la población hacia la especie. El recurso a la remoción debería ser la última solución, cuando el peligro del animal es total y no hay otras soluciones posibles, señalan desde la organización.
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