La Comisión Europea propuso ayer a los Estados miembros renovar la autorización del glifosato por diez años, bajo determinadas condiciones. Dichas condiciones son medidas de mitigación de riesgos relativas al entorno de las zonas fumigadas, en particular mediante el establecimiento de “franjas de protección” de 5 a 10 metros y el uso de equipos para reducir drásticamente la deriva de aspersión.
La actual autorización del glifosato en la UE se renovó en 2017 por cinco años, por lo que ésta expiró el 15 de diciembre de 2022, pero se prorrogó por un año, a la espera de una evaluación científica del herbicida. En julio pasado, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicó su informe, en el que indicaba que no había identificado ninguna área crítica de preocupación en humanos, animales y medio ambiente.
La propuesta de la Comisión autoriza el uso de glifosato hasta el 15 de diciembre de 2033, es decir, por un período dos veces mayor que la autorización anterior, pero inferior a los 15 años inicialmente previstos. Será sometida a votación el 13 de octubre próximo. Para ser autorizada se necesita mayoría cualificada, lo que significa que el 55 % de los Estados miembros tiene que votar a favor, lo que en la práctica es 15 países a favor de los 27 de la UE. Los Estados miembros favorables a la propuesta representan al menos el 65 % de la población total de la UE.
En 2022, la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) llevó a cabo una evaluación del peligro del glifosato y concluyó que no cumplía los criterios científicos para ser clasificado como sustancia carcinógena, mutágena o tóxica para la reproducción.
El glifosato es un herbicida clave para combatir las malas hierbas que compiten con los cultivos o que actúan como huéspedes de plagas y enfermedades. Además, no se utiliza en los cultivos, sino entre cultivos, principalmente en la cubierta vegetal, lo que permite mantener cultivos de cobertura y evitar la labranza excesiva.
Es la materia activa del herbicida Roundup de Bayer AG. Antes era de Monsanto, hasta que la alemana compró a la estadounidense en 2018.
Alguna vez tenía que llegar la cordura a la Comisión Europea. Siempre se ha sabido que el glifosato se descompone en compuestos totalmente naturales como el oxígeno, el fósforo, etc..