Desde su llegada a la Reserva Biológica de Doñana en la década de 1970, la hormiga argentina (Linepithema humile) se ha consolidado como una amenaza significativa para el ecosistema de este emblemático espacio natural. Introducida accidentalmente durante unas reformas en el antiguo Palacio de Doñana, esta especie exótica invasora ha tenido un impacto devastador en las aves, los anfibios y el equilibrio general del entorno.

Un invasor con ventajas únicas
Originaria de Sudamérica, la hormiga argentina destaca por una serie de características que la convierten en un invasor extremadamente eficaz. Es poligínica, lo que significa que cada colonia puede tener varias reinas que ponen huevos simultáneamente, y polidómica, lo que permite que una colonia se reparta en varios nidos. Además, estas hormigas establecen supercolonias de miles de kilómetros, donde diferentes colonias cooperan en lugar de competir, favoreciendo su expansión y consolidación.
En Europa, ya se han identificado tres supercolonias de esta especie, lo que pone de manifiesto su capacidad para adaptarse y proliferar en nuevos territorios. En Doñana, han encontrado refugio en alcornoques centenarios y construcciones humanas, desde donde desplazan a las hormigas autóctonas, como la Crematogaster scutellaris.
Impactos ecológicos y económicos
La presencia de la hormiga argentina afecta de múltiples formas al ecosistema de Doñana. Al eliminar a las especies autóctonas, se pierden funciones clave como la dispersión de semillas y la polinización. Además, su relación con los pulgones, a los que protege para obtener melaza, genera un impacto negativo en la salud de los alcornoques.
El efecto sobre la fauna es igualmente alarmante. En aves, los pollos criados en árboles invadidos por esta especie presentan un tamaño menor y un peor estado nutricional. En anfibios, la situación es crítica: un equipo de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) demostró que el veneno de esta hormiga, la iridomirmecina, paraliza a los jóvenes sapos corredores (Epidalea calamita), provocando abrasiones en su piel e incluso la muerte.
Una lucha constante
Desde 1992, la EBD-CSIC ha monitoreado la expansión de la hormiga argentina en Doñana, documentando sus impactos y explorando posibles estrategias de control. Aunque las sequías recientes parecen haber debilitado a esta especie, su erradicación sigue siendo un desafío complejo. Según la investigadora Elena Angulo, este podría ser el momento idóneo para plantear acciones más decididas.
Además de las consecuencias ecológicas, los impactos económicos de las especies invasoras son considerables. Un estudio internacional liderado por el CSIC en 2022 estimó que las 12 especies de hormigas invasoras más problemáticas generan un coste global de 46.000 M€.
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