Esto es lo que se preguntan remolacheros y fabricantes de azúcar de la UE, ya que el próximo 5 de junio finalizan las medidas comerciales con Ucrania, acordadas el año pasado por las que se eliminaban los aranceles de importación y se introducían contingentes de importación para productos sensibles, como el azúcar.
Guillaume Gandon, vicepresidente de la Confederación de remolacheros franceses (CGB), firma una tribuna, que refleja el sentir del sector ante la incertidumbre que supone esta pregunta. A continuación reproducimos la tribuna en su totalidad:
«Hasta el momento, desconocemos por completo el tamaño de la cuota de importación de azúcar que la Comisión Europea concederá a Ucrania.
Los ucranianos no lo ocultan: quieren seguir enviándonos 500.000 toneladas de azúcar. Pedimos que se vuelva a la cuota mínima de antes de la guerra (20.000 toneladas) y la Comisión Europea deja dudas sobre su posición.
Recordemos: los agricultores europeos, y entre ellos los productores de remolacha azucarera, ya han financiado en gran medida la guerra en Ucrania. Perdimos más de 10€/t de remolacha en una campaña. Además, esta guerra también ha provocado que nuestros costos de producción se disparen.
Esto debe terminar ahora. Hay que tener en cuenta nuestra pérdida de competitividad: nuestro sector y nosotros, los productores de remolacha azucarera, ya no tenemos medios para soportar esta competencia desleal.
La Comisión Europea debe demostrar en las negociaciones que no venderá nuestra agricultura. Hay que ser firme: sí, Europa está del lado de los ucranianos, pero no, ya no son los agricultores los que tienen que pagar la factura.
Porque recordemos: nuestro modelo de agricultura familiar nunca podrá competir con la agricultura de exportación ucraniana, basada en granjas mil veces más grandes que las nuestras, con estándares que no han evolucionado y siguen estando prohibidos en nuestro país. Me aseguro de que este mensaje sea difundido por nuestras estructuras europeas: CIBE (Confederación de remolacheros europeos) y COPA (Comite de organizaciones agrarias de la UE).
Nosotros, los agricultores, podemos entender que las negociaciones llevan tiempo, que hay que sopesar todo y que las cuestiones que están en juego en este acuerdo entre la Unión Europea y Ucrania van más allá del mero sector agrícola. Pero es urgente que Bruselas dé una señal clara de que se preservará el modelo de agricultura familiar que ha hecho la historia agrícola europea y que fue construido por la PAC.
Sin embargo, hay que reconocer que hasta el momento las respuestas son insuficientes. En materia de negociaciones internacionales, el último mensaje es la bofetada que Ursula von der Leyen dio a todos los agricultores europeos el 6 de diciembre: entre el Mercosur y nuestras cadenas alimentarias, ha optado por las importaciones.
Por tanto, es urgente que el Presidente de la Comisión Europea recupere la compostura.
De cara a una posible adhesión de Ucrania, la Comisión debe dejar claro que, si Ucrania da un paso más, sólo podrá hacerlo en el marco de las normas de la Unión, decididas por los 27, con el Consejo y el Parlamento, y no en una negociación a puerta cerrada.»
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