El presidente de EEUU, Donald Trump, anunció ayer a periodistas mientras volaba en su avión presidencial, que su país pondrá aranceles a todos los países que impongan aranceles a EEUU. Ha señalado que hoy o mañana tendrá una conferencia de prensa donde dará más detalles, pero que los aranceles se aplicarán de manera inmediata. En concreto, ha hablado de un arancel del 25% sobre las importaciones de acero y aluminio, ya que durante 15 años, EEUU ha sido el líder en producción de acero y quiere que vuelva a serlo.

La Comisión Europea ha respondido prestamente con la publicación de un Declaración, en cuanto ha tenido noticia del comentario de Trump. Curiosamente, la Declaración comienza con que no van a responder a anuncio generales, aunque la propia Declaración no deja de ser una respuesta.

Bruselas dice que no ha recibido ninguna notificación oficial sobre la imposición de aranceles adicionales a los productos de la UE y que reaccionarán para proteger los intereses de las empresas, los trabajadores y los consumidores europeos frente a medidas injustificadas.

La CE considera que la imposición de aranceles sería ilegal y económicamente contraproducente, especialmente si se tienen en cuenta las cadenas de producción profundamente integradas que la UE y los EEUU establecieron a través del comercio y la inversión transatlánticos. Los aranceles son, en esencia, impuestos. Al imponerlos, los EEUU estarían gravando a sus propios ciudadanos, aumentando los costos para las empresas y alimentando la inflación. Además, los aranceles aumentan la incertidumbre económica y perturban la eficiencia y la integración de los mercados globales.