Estos días se nos atraganta el desayuno leyendo el periódico. Bueno, eso era antes, ahora estamos constantemente conectados. Y se nos atragantan todas las comidas con los ecos de las noticias que nos llegan, esas que dicen que se recortan ayudas a los agricultores y ganaderos y que la Comisión Europea se pone de perfil y empieza a llenar un cajón de sastre con retales de aquí y de allá.
Con independencia de lo que se quiere hacer con la PAC, que es repartirse prácticamente las túnicas y sobre lo que ya nos hemos posicionado en contra desde Unión de Uniones, yo lo que no entiendo es cómo el Parlamento, órgano elegido por los ciudadanos europeos, no hace valer su papel que, pese a la propia arquitectura de la Unión, sigue siendo imprescindible. El Parlamento europeo y la Comisión están alejadísimas cuando la segunda debería ser el reflejo, de alguna manera, de la primera.
Esto me hace pensar para qué votamos si el Parlamento no sólo no parte el bacalao sino que ha votado a favor de una Comisión que se le ha rebelado, si votamos es para que el Parlamento apruebe una Comisión que tome medidas mínimamente acorde con sus propuestas.
Más aún cuando las expectativas que los agricultores pusieron en esta han sido demasiado altas por culpa de la propia Comisión, que ha marcado un antes y un después. En el antes, enarboló la bandera de la defensa de los agricultores tras las protestas, se concedió al sector un papel protagonista con el Diálogo Estratégico para el Futuro de la Agricultura, la Visión para la Agricultura y la Alimentación del Comisario Hansen… en el después, sin embargo, tenemos un MFP y propuesta de la PAC prácticamente destripada financiera y políticamente hablando, y un sector agrario europeo que está siendo, más si cabe, moneda de cambio, ya sea con MERCOSUR, con EEUU, y casi con cualquier otro que se cruce en su camino.
Lo que creo es que han decidido jugar con el relato y ya han repartido los roles de poli bueno y poli malo. El poli malo, por supuesto, la Comisión, que es la que tiene iniciativa legislativa, y el poli bueno, el Parlamento, que a veces de bueno, se pasa porque deja demasiado hacer. Y mientras tanto, entre unos y otros, la casa sin barrer o, lo que es lo mismo, el campo sin escuchar. Porque ninguno de los dos escucha al campo y se para a pensar que es lo que nosotros necesitamos.
La Comisión de Agricultura debe pensar en tierra, no en armas, ni en coches. Está bien que se sepa que la agricultura forma parte de algo más grande, pero alguien tiene que defenderla y quien la defiende no se parece, ni siquiera, a lo que se eligió en las urnas.
Esto acaba de empezar y todas las reformas anunciadas de la PAC también. Creemos que el Parlamento se pondrá conciliador, acabará vendiendo un tira y afloja y tendremos que dar gracias al poli por no habernos rematado cuando ha podido.
Ahora que acaba de arrancar la legislatura, ¿se podría dar un paso atrás? Porque nos puede quedar mucho por penar en estos años que tenemos por delante con importantísimos retos para el campo y para la sociedad en general.
Se habla mucho de soberanía alimentaria, de medio ambiente, de alimentación saludable…los estándares de producción europeos son estrictos para nosotros y laxos para los de fuera, la PAC parece que se diluye en algo que ya no sabemos ni qué esperar que sea, lo que sí sabemos es que no se puede legislar todo el rato de espaldas al campo, un campo que también votó por sus políticos europeos y que quiere que hagan el papel que tienen que hacer y ponerse manos a la obra.
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