La demanda mundial de carne de cerdo hasta 2034 seguirá creciendo, según un reciente pronóstico de la OCDE y la FAO. De acuerdo con este análisis, el consumo global de carne de porcino aumentará cerca de un 5% en 2034 respecto a 2024, con especial protagonismo de los países en desarrollo y de los mercados emergentes, donde la mejora del poder adquisitivo impulsa el acceso a productos de origen animal.

El informe señala que África y América Central podrían registrar incrementos de consumo de hasta un 39% en la próxima década, impulsados por el crecimiento económico, la urbanización y la consolidación de cadenas de distribución modernas que facilitan la llegada de productos cárnicos a un mayor número de hogares. En estos mercados, la carne de cerdo se consolida como una fuente asequible de proteína animal, lo que refuerza la demanda mundial de carne de cerdo hasta 2034.
En contraste con esta tendencia global, las proyecciones apuntan a un descenso del consumo de carne de cerdo en la Unión Europea, donde se espera una caída cercana al 4% en los próximos diez años. La Agricultural Market Information Company (AMI) atribuye esta evolución a cambios en los hábitos alimentarios, con dietas que incorporan más diversidad de proteínas, y a una mayor conciencia social en torno a la sostenibilidad y al impacto ambiental de la producción ganadera.
Los analistas subrayan que la demanda de carne de cerdo suele aumentar a medida que crecen la renta disponible y el nivel de vida, motivo por el que se prevé un avance notable en los países emergentes. La urbanización, el desarrollo de cadenas de frío y la expansión de formatos comerciales modernos (supermercados, hipermercados y distribución organizada) facilitan el acceso regular a la carne fresca y procesada, y consolidan su presencia en la cesta de la compra.
Al mismo tiempo, el sector porcino se enfrenta a nuevos retos que condicionarán su desarrollo a medio plazo. La sostenibilidad ambiental, la reducción de emisiones y el uso eficiente de recursos como el agua y los piensos se sitúan en el centro del debate, junto con el bienestar animal y la respuesta a las demandas de los consumidores en materia de trazabilidad y condiciones de producción. Las empresas deberán adaptarse a marcos normativos previsiblemente más exigentes, al tiempo que atienden un mercado global en expansión.
En este contexto, los pronósticos de la OCDE y la FAO, recogidos y analizados por AMI, apuntan a un escenario dual: por un lado, un crecimiento sólido de la demanda a escala mundial que abre oportunidades a la producción y al comercio internacional; por otro, una presión creciente para que este desarrollo se apoye en modelos productivos más sostenibles, compatibles con las nuevas expectativas sociales y con los objetivos climáticos y ambientales marcados por las políticas públicas.




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