El malestar del sector agrario vuelve a aflorar con fuerza en Francia en un contexto marcado por la gestión de las enfermedades animales, la incertidumbre sobre la futura Política Agraria Común (PAC) y la inminente votación del acuerdo comercial entre la Unión Europea y Mercosur. En los últimos días, las movilizaciones se han multiplicado en distintos puntos del país y han adoptado formas diversas, desde concentraciones ante las prefecturas hasta acciones simbólicas frente a instituciones del Estado.
Una de las principales fuentes de tensión es la gestión sanitaria del ganado. La aparición de la dermatosis nodular contagiosa (DNC) en bovino a finales de junio ha reactivado la contestación en el campo. La estrategia aplicada por las autoridades, basada en el sacrificio de los animales en los focos detectados, ha generado una fuerte oposición entre parte de los ganaderos, especialmente en departamentos como el Jura o Ariège, donde se han producido protestas para intentar frenar las eutanasias.

¿HAY QUE SACRIFICAR A TODO EL REBAÑO?
Nuestros ganaderos están lejos de los despachos.”
La política sanitaria ha provocado además un claro desacuerdo entre organizaciones agrarias. Mientras sindicatos como la Confédération paysanne o la Coordination rurale reclaman una vacunación preventiva más amplia y cuestionan los sacrificios sistemáticos, la FNSEA respalda el protocolo oficial por el riesgo de que una vacunación generalizada comprometa el estatus sanitario de Francia y limite durante meses la exportación de bovinos vivos.
A este conflicto se suma un contexto económico y productivo especialmente delicado para el sector agrario francés. La sucesión de crisis climáticas y sanitarias, el aumento de los costes de producción y la presión sobre los precios y los ingresos han debilitado a numerosas explotaciones. La primera potencia agrícola de la Unión Europea afronta además un deterioro de su balanza comercial agroalimentaria, con un incremento de las importaciones y la posibilidad de registrar déficit en 2025 por primera vez en décadas, mientras sectores como el cereal o el viñedo atraviesan una coyuntura compleja.
La futura PAC es otro de los elementos que alimenta la protesta. Las propuestas que se barajan para el periodo 2028-2034, con una posible reducción del presupuesto y su integración en un gran fondo europeo, han encendido las alarmas en el campo francés. Francia es el principal beneficiario de estas ayudas, con alrededor de 9.000 millones de euros anuales, y el sector teme que un recorte tenga un impacto directo sobre la viabilidad de muchas explotaciones que dependen de estos apoyos.
El clima de exasperación es tal que, en los últimos días, la mayoría de los sindicatos agrarios optaron por ausentarse de un acto convocado por el Ministerio de Agricultura en el mercado de Rungis, al considerar que las iniciativas planteadas no responden a la gravedad de la situación del sector. Este descontento se enmarca además en una movilización más amplia a escala europea, que tendrá uno de sus principales hitos el próximo 18 de diciembre en Bruselas.





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