La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) considera que el estudio realizado por Séralini y otros sobre la potencial toxicidad del maíz modificado genéticamente NK603 y de un herbicida conteniendo glifosato no tiene una calidad científica suficiente para ser considerado válido para una evaluación de riesgo.

Tras haber realizado una primera revisión del estudio, ya que un segundo análisis será presentado a finales de octubre, la EFSA señala que ni el diseño, ni la presentación, ni el análisis de los datos del informe son adecuados y que con estas deficiencias no se pueden considerar científicamente las conclusiones. La Autoridad considera que no hay evidencias que demuestren la aparición de tumores en las ratas analizadas.

La EFSA considera que el estudio no aporta ningún dato que haga necesaria una nueva evaluación de la seguridad del maíz NK603 ni que haya que tenerlo en cuenta en la evaluación que se está llevando a cabo del glifosato.

El pasado tres de octubre la Autoridad Holandesa de Seguridad Alimentaria hacía pública su opinión sobre el estudio de Seralini afirmando que “la concepción, ejecución y presentación del informe no es adecuada” y que “los autores hacen conexiones que no han sido demostradas científicamente.”

Dos días antes, el Instituto Federal Alemán para la Evaluación de Riesgos (BfR) hacía pública su opinión sobre el estudio afirmando que “tiene puntos débiles tanto en el diseño como en el análisis estadístico, lo que hace que las conclusiones de los autores no puedan ser verificadas” y que “el estudio no aporta suficientes evidencias para apoyar las principales afirmaciones de la publicación”.

La Asociación francesa de biotecnología vegetal (AFBV) ha criticado la metodología y las conclusiones del estudio, mientras que el Director del Instituto francés de Investigación Agraria (INRA) ha deplorado la onda mediática que se ha conseguido con el estudio de Seralini, “destilando el miedo entre los consumidores”.